Friday, November 09, 2007

Hoy nos despedimos

Este es un momento de decir hasta luego, por lo menos ha llegado la hora de consolidar dos blogs, dos estilos diferentes de escribir y dos maneras de ver la vida que no tienen que ser independientes. Hoy cesa la transmisión por el momento de nuestra ventana juventusetecclesia.

Todo en la vida va madurando, he ido evolucionando, creciendo, haciéndome más fuerte y teniendo más confianza en aquél para el cual me debo todo: Jesús, Rey y Señor del universo. A lo largo de 3 años hemos acumulado estadísticas, que serían números huecos y vacíos, si la mano del Dios de la historia no hubiera estado con nosotros. Incluso cambios en la temática del blog, al principio, como si quisiera renegar mis orígenes jesuitas, me incliné por una defensa ultra conservadora del culto y de la tradición. Hoy, me doy cuenta que lo más importante como religión, es el servicio a los más pobres, la denuncia de la injusticia, la promoción de un ambiente más solidario y fraterno y la lucha por la paz, la ecología y los derechos humanos.

Han sido dos años bastante aprovechados para formarme, para volver al redil de San Ignacio, y que me han hecho un católico diferente. No han faltado los problemas, los malos entendidos, gente que te mira con recelo, y hasta ataques por la manera “radical” de asumir posiciones a favor de cambios en la iglesia. En esos momentos pienso en que “Si a Jesús lo crucificaron, que no harán conmigo”, nuestra vida está hecha para servir a los demás, no importa lo que pase, es servir hasta que duela.

Este blog significó mi entrada a la blogósfera, y una puerta para expresar abiertamente lo que significa Dios, lo que es creer en Jesús para los cristianos que estamos unidos a los más pobres y desamparados. De ahora en adelante, estaremos en mancorp, unificando el pensamiento social-comunitario con el pensamiento liberador de Jesús. Es un nuevo paso en la concepción de una realidad eclesial diferente. Seguimos adelante. ¡A la Mayor Gloria de Dios!

Tuesday, October 09, 2007

Fe Viva y Fuerte

Probablemente, lo primero que necesitamos hoy los cristianos no es “aumentar” nuestra fe, como pedían los apóstoles, ni creer más en toda la doctrina que hemos ido formulando a lo largo de los siglos. Lo decisivo es reavivar en nosotros una fe viva y fuerte en Jesús. Lo importante no es creer cosas, sino creerle a él.


Jesús es lo mejor que tenemos en la Iglesia, y lo mejor que podemos ofrecer y comunicar al mundo de hoy. Por eso, nada hay más urgente y decisivo para los cristianos que poner a Jesús en el centro del cristianismo, es decir, en el centro de nuestras comunidades y nuestros corazones.

Para ello necesitamos conocerlo de manera más viva y concreta, comprender mejor su proyecto, captar bien su intención de fondo, sintonizar con él, recuperar el “fuego” que él encendió en sus primeros seguidores, contagiarnos de su pasión por Dios y su compasión por los últimos. Si no es así, nuestra fe seguirá siendo más pequeña que “un granito de mostaza”. No “arrancará” árboles ni “plantará” nada nuevo.

Thursday, October 04, 2007

Jesus Busca la Conversión de Todo el Pueblo

Jesús buscaba sin duda la «conversión» de todo el pueblo de Israel. Nadie lo dudaba. Entonces, ¿por qué perdía el tiempo acogiendo a prostitutas y recaudadores, gente al fin y al cabo indeseable y pecadora? ¿Por qué se despreocupaba de los que vivían en el marco de la Alianza y se dedicaba tanto a un pequeño grupo de perdidos y perdidas?


Jesús respondió con varias parábolas. Quería meter en el corazón de todos algo que llevaba muy dentro. Los “perdidos” le pertenecen a Dios. Él los busca apasionadamente y, cuando los recupera, su alegría es incontenible. Todos tendríamos que alegrarnos con él.


En una de las parábolas habla de un “pastor insensato” que ha perdido una oveja. Aunque está perdida, aquella oveja es suya. Por eso, no duda en salir a buscarla, abandonando en «el campo» al resto del rebaño. Cuando la encuentra, su alegría es indescriptible. “La carga sobre los hombros”, en un gesto de ternura y cariño, y se la lleva a casa. Al llegar, invita a sus amigos a compartir su alegría. Todos le entenderán: “He encontrado la oveja que se me había perdido”.


La gente no se lo podía creer. ¿No es una locura arriesgar así la suerte de todo el rebaño? ¿Acaso una oveja vale más que las noventa y nueve? ¿Puede este pastor insensato ser metáfora de Dios? ¿Será verdad que Dios no rechaza a los “perdidos”, sino que los busca apasionadamente? ¿Será cierto que el Padre no da a nadie por perdido?


Esta parábola explica muy bien por qué Jesús busca el encuentro con pecadores y prostitutas. Su actuación con las “ovejas perdidas” de Israel hace pensar. ¿Dónde se mueven hoy los pastores llamados a actuar como Jesús? ¿Dentro del redil o junto a las ovejas alejadas? ¿Cuántos se dedican a escuchar a los “perdidos”, ofrecerles la amistad de Dios y acompañarlos en su posible retorno al Padre?


Nosotros somos más “sensatos” que Jesús. Para nosotros, lo primero es cuidar y defender a los cristianos. Luego, gritar desde lejos a toda esa gente perdida que vive al margen de la moral que predicamos. Pero entonces, ¿cómo podrán creer que Dios no los está condenando desde lejos sino buscando desde cerca?

Tuesday, September 11, 2007

Y el Cristo se Estremeció

Como si fuera una protesta, También Jesucristo, hoy grita contra la guerra, contra la matanza, contra el terror que nos convierte en prisioneros de nuestras propias casas. Un artículo de Leonardo Boff.

Y, de repente, el Cristo del Corcovado se estremeció y cobró vida. Lo que era cimiento y piedra se hizo cuerpo y sangre. Levantando los ojos, vio multitudes que llenaban calles y plazas del mundo entero, llevando banderas blancas y clamando: queremos paz, nunca más la guerra. Entonces, conmovido de ternura, abrió la boca y dijo:

«Bienaventurados todos vosotros, constructores de la paz, porque seréis llamados hijos del Altísimo y amigos de la Tierra. Benditos vosotros, porque conservasteis la memoria del arco iris, la alianza que sellé con toda la vida y para siempre».

Y mirando más lejos, vio ciudades milenarias destruidas, monumentos de la cultura humana reducidos a polvo, cuerpos destrozados, niños calcinados por el fuejo, mujeres mutiladas por la metralla de las bombas, y sangre, mucha sangre por las paredes humeantes. Y lleno de ira sagrada, con voz cortante, habló y dijo:

«Ay de vosotros, señores de la guerra, enemigos de la vida y de la naturaleza, y asesinos de mis hermanos y hermanas del Islam.

Raza de víboras venenosas, ¿por qué no escuchasteis el clamor de la Humanidad suplicando diálogo, negociación y paz?

Blasfemos, usáis el nombre del Dios de la vida para quitar la vida a los otros.

Hipócritas, despreciasteis las leyes que vosotros mismos creasteis para contener la voluntad de agredir y de matar. ¿Por qué habéis despreciado las normas internacionales que salvaguardan la justicia mínima y la más elemental humanidad? ¿Por qué con sacos de vil dinero habéis hecho todo lo posible para comprar conciencias y conseguir con extorsión la licencia para atacar y matar?

Cobardes, escogisteis un país sitiado, humillado y extenuado para mostrar la capacidad de devastación que habéis conseguido, como nunca antes fue vista sobre la faz de la Tierra.

Ay de vosotros, terroristas del miedo, que con el pretexto de desarmar a un tirano que vosotros mismos armasteis con armas de destrucción masiva, mentisteis al pueblo, alegando un peligro inminente de ataque. Contra el más mínimo sentido del derecho, os adelantasteis con una guerra desproporcionada. Más aún que el petróleo, lo que queréis es destruir a quien no se someta a vuestros intereses, extendidos ahora a todo el Planeta.

Maldita la «guerra preventiva» que os trajo el miedo preventivo. ¿No veis que habéis hecho a vuestro pueblo rehén del miedo, del miedo a montar en un avión, miedo a recibir cartas, miedo a los árabes, miedo a los musulmanes, miedo a vosotros mismos?

Malditas las bombas inteligentes. Más maldita aún la «madre de todas las bombas», cuyo poder destructivo sólo queda un paso detrás de las armas nucleares.

Ay de las inteligencias que han excogitado esa máquina de muerte contra todas las formas de vida… Habéis abierto las puertas del infierno y habeis soltado los demonios del terror y las masacres. ¿Qué habéis hecho de vuestros hermanos? ¿Qué habéis hecho?

Padre Santo: vuelve tu mirada hacia los humanos, mis hermanos y hermanas más pequeños. Dales el cuidado de unos para con otros, a fin de que nazca la paz verdadera. Que estén celosos por el bien de su Casa Común, la Tierra, que enjuguen mutuamente sus lágrimas, que se estrechen las manos, que se besen en el rostro, que se sienten a la mesa y sientan la generosidad del alimento suficiente para todos. Y que rían y canten y amen y veneren, bajo el mismo arco iris de la gracia divina que se extiende sobre todos, expresión de tu Reino –tuyo y nuestro- de benevolencia y Paz».

Tuesday, September 04, 2007

La Iglesia Católica: Una Gran Secta ?

Muchas veces, cuando actuamos movidos por un fanatismo radical las cosas no funcionan como deberían. Esto sucede a diario en nuestra iglesia, en la cual la jerarquía trata desmedidamente de imponer a otros a sangre y fuego, algunos dogmas, doctrinas y tradiciones que pueden estar bien para algunos de nosotros, pero no tienen que ser la norma. Este es un artículo de mi hermano Leonardo Boff, pensemos en cómo poco a poco nos podemos estar convirtiendo en algo en lo que el Señor no estaría de acuerdo.

Los acontecimientos ocurridos en los últimos meses dentro de la Iglesia católica romana nos suscitan la cuestión del peligro de que ésta asuma claramente comportamientos de secta. Benedicto XVI está imprimiendo un curso peligroso a la Iglesia católica, provocando severas críticas no sólo de teólogos, sino de cardenales, de episcopados completos como el de Francia, de grupos de obispos de Alemania y, sorprendentemente, de obispos de la romanísima Italia, además de otros líderes religiosos y de organismos ecuménicos mundiales. Desde su tiempo de cardenal ha tratado a los grupos progresistas y a los teólogos de la liberación a bastonazos, y con guantes de terciopelo a los conservadores y tradicionalistas seguidores del obispo Lefèbvre, excomulgado en 1988 y que en contra de Roma ordenó a sacerdotes y obispos. El Vaticano acabó por consentir sus seminarios donde forman al clero según el rito tradicionalista. Y ahora acaba de atender a una de sus demandas mayores: volver a la misa en latín del Concilio de Trento (1545-1563) con todas sus limitaciones históricas, hoy inaceptables. En ella se reza «por los pérfidos judíos» para que acepten a Jesús como Mesías.

Lo más grave ocurrió inmediatamente después con la publicación de “cinco preguntas sobre la Iglesia”, originada en la Congregación para la Doctrina de la Fe y aprobada por el Papa, en la que se repite lo que en el año 2000 enfatizaba el entonces cardenal J. Ratzinger en el documento Dominus Jesús, verdadero exterminador del futuro del ecumenismo: la única Iglesia de Cristo subsiste solamente en la Iglesia Católica, fuera de la cual no hay salvación. Las demás «iglesias» no lo son pues sólo poseen «elementos eclesiales», y la Iglesia Ortodoxa, tenida como una expresión de la catolicidad, fue rebajada a simple iglesia particular. Estas posiciones reencienden la guerra religiosa cuando todos están buscando la paz, cuya consecución está siendo debilitada por la Iglesia.

La Iglesia Católica se está aislando cada vez más de todo. Su base social son principalmente los movimientos, mediocres en pensamiento, subordinados a las autoridades, que prefieren la aeróbica de Dios a enfrentarse con los problemas de la pobreza y de la injusticia. Una Iglesia se comporta como secta, según clásicos como Troeltsch y Weber, cuando tiene la pretensión absolutista de detentar ella sola la verdad, cuando se niega al diálogo, rechaza el trabajo ecuménico y manifiesta una creciente autofinalización. En este sentido cabe recordar que el Vaticano no ha firmado la Carta de los Derechos Humanos de 1948, se negó a entrar en el Consejo Mundial de Iglesias porque se juzga por encima y no junto a las demás Iglesias, se negó a apoyar la convocación de un Concilio universal de todos los cristianos en la perspectiva de la paz mundial, con el pretexto de que le compete exclusivamente a Roma hacerlo, prohibió la compra de las tarjetas del UNICEF destinada a la infancia desfavorecida alegando que esta entidad favorecía el uso de preservativos. Por otro lado, crece el patrimonio inmobiliario de la Iglesia que, según algunas investigaciones (Adista 2/6/07), llega a 1/5 de todo el patrimonio italiano y romano. La especulación inmobiliaria y financiera produjo al Vaticano 1047 millones de euros entre 2004 y 2005.

La estrategia doctrinal del papa actual es la de la confrontación directa con la modernidad con un pesimismo cultural inadmisible en alguien que debería saber que el Espíritu no es monopolio de la Iglesia y que la salvación es ofrecida a todos.

No causaría asombro si algunos más radicales, animados por gestos del actual papa, intentasen un cisma en la Iglesia. En el siglo IV casi todos los obispos adherían a la herejía del arrianismo (Cristo sólo semejante a Dios). Fueron los laicos quienes salvaron a la Iglesia proclamando a Jesús como Hijo de Dios. Es urgente actualizar esta historia dada la estrechez de mente y el vacío teológico reinante en los niveles altos de la Iglesia.

Monday, August 27, 2007

Que Religión es la Nuestra ?

Todos los evangelios se hacen eco de un gesto audaz y provocativo de Jesús dentro del recinto del templo de Jerusalén. Probablemente no fue muy espectacular. Atropelló a un grupo de vendedores de palomas, volcó las mesas de algunos cambistas y trató de interrumpir la actividad durante algunos momentos. No pudo hacer mucho más.

Sin embargo, aquel gesto cargado de fuerza profética fue lo que desencadenó su detención y rápida ejecución. Atacar el templo era atacar el corazón del pueblo judío: el centro de su vida religiosa, social y política. El Templo era intocable. Allí habitaba el Dios de Israel. ¿Qué sería del pueblo sin su presencia entre ellos? ¿cómo podrían sobrevivir sin el Templo?

Para Jesús, sin embargo, era el gran obstáculo para acoger el reino de Dios tal como él lo entendía y proclamaba. Su gesto ponía en cuestión el sistema económico, político y religioso sustentado desde aquel «lugar santo». ¿Qué era aquel templo?, ¿signo del reino de Dios y su justicia o símbolo de colaboración con Roma?, ¿casa de oración o almacén de los diezmos y primicias de los campesinos?, ¿santuario del perdón de Dios o justificación de toda clase de injusticias?

Aquello era una «cueva de ladrones». Mientras en el entorno de la «casa de Dios» se acumulaba la riqueza, en las aldeas crecía la miseria de sus hijos. No. Dios no legitimaría jamás una religión como aquella. El Dios de los pobres no podía reinar desde aquel Templo. Con la llegada de su reinado, perdía su razón de ser.

La actuación de Jesús nos pone en guardia a todos sus seguidores y nos obliga a preguntarnos por la religión que estamos cultivando en nuestros templos. Si no está inspirada por Jesús, se puede convertir en una manera «santa» de cerrarnos al proyecto de Dios que Jesús quería impulsar en el mundo. Lo primero no es la religión, sino el reino de Dios.

¿Qué religión es la nuestra?, ¿hace crecer nuestra compasión por los que sufren o nos permite vivir tranquilos en nuestro bienestar?, ¿alimenta sólo nuestros propios intereses o nos pone a trabajar por un mundo más humano y habitable? Si se parece a la del Templo judío, Jesús no la bendeciría.

Saturday, August 18, 2007

Cómo Sería la Vida

Me atrevo a decir que propiamente, Jesús no enseñó una “doctrina religiosa” para que sus discípulos la aprendieran y difundieran correctamente. Jesús anuncia, más bien, un “acontecimiento” que pide ser acogido, pues lo puede cambiar todo. Él lo está ya experimentando: “Dios se está introduciendo en la vida con su fuerza salvadora. Hay que hacerle sitio”.

Según el evangelio más antiguo, Jesús “proclamaba esta Buena Noticia de Dios: se ha cumplido el plazo. Está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed la Buena Noticia”. Es un buen resumen del mensaje de Jesús: “Se avecina un tiempo nuevo. Dios no quiere dejarnos solos frente a nuestros problemas y desafíos. Quiere construir junto a nosotros una vida más humana. Cambiad de manera de pensar y de actuar. Vivid creyendo esta buena noticia”.

Todos los expertos piensan hoy que esto que Jesús llama “reino de Dios” es el corazón de su mensaje y la pasión que alentó toda su vida. Lo sorprendente es que Jesús nunca explica directamente en qué consiste el “reino de Dios”. Lo que hace es sugerir en parábolas inolvidables cómo actúa Dios y cómo sería la vida si hubiera gente que actuara como él.

Para Jesús, el “reino de Dios” es la vida tal como la quiere construir Dios. Ése era el fuego que llevaba dentro: ¿cómo sería la vida en el Imperio si en Roma reinara Dios y no Tiberio?, ¿cómo cambiarían las cosas si se imitara, no a Tiberio que sólo buscaba poder, riqueza y honor, sino a Dios que pide justicia y compasión para los últimos?

¿Cómo sería la vida en las aldeas de Galilea si en Tiberiades reinara Dios y no Antipas?, ¿cómo cambiaría todo si la gente se pareciera, no a los grandes terratenientes que explotaban a los campesinos, sino a Dios que los quiere ver comiendo y no de hambre?

Para Jesús el reino de Dios no es un sueño. Es el proyecto que Dios quiere llevar adelante en el mundo. Él único objetivo que han de tener sus seguidores. ¿Cómo sería la Iglesia si se dedicará sólo a construir la vida tal como la quiere Dios, no como la quieren los amos del mundo?, ¿cómo seríamos los cristianos si viviéramos convirtiéndonos al reino de Dios?, ¿cómo lucharíamos por el “pan de cada día” para todo ser humano?, ¿cómo gritaríamos “Venga tu reino”?

Wednesday, August 15, 2007

Ligeros de Equipaje

Ayer en el transcurso del taller de Liturgia que se está ofreciendo en la Parroquia, discutíamos un poco sobre lo europeo de la Liturgia católica. Veíamos un universo de símbolos impuestos por la jerarquía de Roma, y que para muchos de nosotros, y de seguro en otras culturas no tenían significado alguno.

¿Cómo eran las celebraciones en las primeras comunidades?, ¿Qué hacían?. Estás preguntas me intrigaron un poco, y buscando y buscando, encontré este artículo de eclesalia que es bastante interesante.

“Profanar la eucaristía supone un desprecio a la muerte del señor”, advertía en la homilía del Corpus Cristi el cardenal Rouco, arremetiendo contra las eucaristías de los sacerdotes de San Carlos de Entrevías, ilegales (canónicamente). Y el cardenal primado, Cañizares, lamentaba que la iglesia “con tantos grupos y tendencias", "parece como desgarrada o hecha jirones”; lo decía en los desfiles procesionales del Corpus (declarados de Interés Turístico Internacional), donde se exhibe una descomunal custodia de 18 kilos de oro y 183 de plata, con desfile del ejército incluido (“sin duda el más aplaudido” decía una nota de prensa). Un día antes, en Roma, el Papa recibía en los palacios de la Sede de Pedro al presidente Bush que “venía a Roma (“como en anteriores ocasiones”) a escuchar lo que el papa tenía para decirle”. El emperador del momento regaló al papa un cayado con los mandamientos. “Un acto subliminal; en el Antiguo Testamento fue Dios quien entregó a Moisés la piedra con los mandamientos. Ahora es Bush quien se los entrega al papa” observaba un amigo. Y, en la marginal “Galilea de Entrevías”, en el templo “rojo” de San Carlos Borromeo, el párroco recordaba, en la eucaristía del Corpus, la denuncia de Pablo sobre las eucaristías prostituidas de los Corintios: había unos que cenaban abundantemente mientras que a otros apenas les llegaba. Es decir, sin comunidad, sin compartir, no hay cena del Señor.

El cristianismo incipiente sobrevivió a pesar de la persecución sufrida de manos del omnímodo poder religioso. Tras la muerte de un justo, Esteban, aprobada por el joven fariseo ultra integrista Saulo de Tarso, se produjo la gran espantada: “Aquel día se desató una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén... Pablo de Tarso hacía estragos en la Iglesia; entraba por las casas, se llevaba por la fuerza hombres y mujeres, y los metía en la cárcel” (Hch 8, 1-4). De aquella diáspora nació la Comunidad de Antioquia de la que Pablo (el paradigma de conversión al evangelio) se ocupó un año catequizándola. Llena de gentiles, vivían el evangelio libre del yugo de la Ley; en sus primeros años, fue una comunidad de referencia para Pablo. Hasta que los legalistas se infiltraron. El mismo Pablo, sintiéndose cuestionado, decide ir a Jerusalén (“Concilio” de Jerusalén) donde salió reforzado. Fue fundamental el apoyo de Pedro: quedó claro que lo que importa no son los ritos, ni las prácticas legales sino la conversión al evangelio. Es decir, la eucaristía, por ejemplo, no es un cumplimiento dominical obligatorio, ni un ritualismo, sino una gracia. Según el autor de las catequesis que aquí menciono (el cura Jesús López Sáez), se deduce que la comunidad de Antioquia dejó de ser una referencia para Pablo que, a excepción de la carta a los Gálatas, con su famosa reprensión, pública, a Pedro -“tuve que enfrentarme con él cara a cara, porque era digno de reprensión....” (Ga 2, 11-14)- deja de mencionarla.

Uno de los mejores test para discernir ciertos modos de proceder de la institución eclesial, es contrastarlo con las fuentes, con las comunidades primitivas. ¿Olvidamos que también ellas sufrieron los mismos problemas? Que San Pablo fue cuestionado por los que él llamaba los “falsos hermanos”, los legalistas; o que él tuvo que enfrentarse a Pedro, en Antioquia, porque también él empezó a flaquear, a nadar y a guardar la ropa, cediendo ante los integristas; o que “la comunidad de Jerusalén es la primera comunidad cristiana, el modelo de lo que debe ser la Iglesia. Así lo entendió Juan XXIII al convocar el concilio para devolver al rostro de la Iglesia ‘los rasgos más simples y más puros de su origen’ (...) La primera comunidad cristiana tiene su origen en la misión de Jesús, que empieza en Galilea de los gentiles (Mt 4,15) y termina en Jerusalén (...) Pedro y Juan comparten con los suyos las amenazas recibidas (...) El templo nacional no aguanta la sacudida del terremoto. Se desploma la autoridad de los dirigentes religiosos. El nuevo templo es la comunidad”. Frente al yugo del templo, el cristianismo nace como experiencia de liberación. La libertad, en general, siempre termina por ser agredida; al final la involución se impone, se comentaba en el diálogo tras la catequesis de Antioquia.

En los orígenes, en el atrio de los gentiles, en los aledaños del Templo, un tullido (un excluido social) experimenta una sorprendente curación (Hch 3,2-13), con la mediación de un tal Pedro, galileo temperamental y controvertido, sin estudios teológicos, ni cultura, y uno de los cabecillas de la comunidad galilea del profeta disidente que hablaba contra el templo y anunciaba por los caminos que Dios reina ya. “Hoy el tullido (del relato de Hechos) podría ser un parado de larga duración”. O una familia desestructurada, rota por la droga, con uno o varios hijos fallecidos. O el emigrante sin papeles, explotado, trabajando de sol a sol y sin descanso dominical en las obras de la M-30 y que, justo tras la macro inauguración, es descubierto por la Inspección de trabajo. Posiblemente su patrón o el intermediario de la subcontrata, sean gente devota, cumplidora con el rito de misa de doce.

Aquellas autoridades religiosas, celosas, se alarman ante el poder de aquellos don nadie, sin plataformas. Les prohíben hablar en nombre de Jesús. Pero ellos no se achantan: Juzgad si es justo delante de Dios obedeceros a vosotros antes que a Dios... Justo el pasaje que misteriosamente tocaba cuando falleció Juan Pablo II (Hch 4,13-21), el “Papa estrella” cuya “muerte por entregas filmada en directo” convirtieron los alrededores del Vaticano en “el plató de TV más caro del mundo”; en cuyos fastuosos funerales (rodeado de todos los poderosos de la tierra) se invirtieron (junto a la elección de su sucesor) 7 millones de euros.

El extraño poder de aquellos apóstoles, tan ligeros de equipaje, a quienes se acercan más “lisiados” y gentiles que gente devota, acrecienta el celo de las autoridades religiosas y cumplidores de la Ley que, temerosos de perder influencia, actúan como comisarios políticos y enchironan al grupo. Por segunda vez el sanedrín les interroga: “¿No os prohibimos terminantemente hablar de Jesús?”. Pedro y su equipo repiten: ‘Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch 5,28-29). Y, de paso, les recuerdan que ellos (con su religión del rito, de la norma) colgaron al profeta laico del madero. Los jefes, llenos de rabia, planifican liquidarlos. Pero Gamaliel, un fariseo doctor de la ley, interviene con sensatez: Mirad bien lo que vais a hacer con estos hombres. Si es cosa de hombres, se destruirá, pero si es de Dios, no conseguiréis nada. De nuevo citan a los apóstoles, les azotan como escarmiento y les sueltan pero conminándoles a no hablar más de Jesús, el profeta “blasfemo” y disidente entregado por ellos a Pilatos.

Hoy, 2.000 años después, el derecho canónico –con ¡el triple de normas que la Torá!- hace pequeño a San Pablo, el apóstol de la libertad del cristiano que catequizaba que lo que salva no es cumplir la Ley (el rito, adorar las custodias de plata ...) sino creer que Jesús es el Señor (Ga 2,16-21). Las autoridades religiosas, muy entregadas en defender el aparato como un fin en sí mismo, confunden comunión con sumisión: se sigue dando ultimatuns, se niega la posibilidad de réplica o se cierran al diálogo (en cambio, a los emperadores que planifican guerras buscando intereses económicos o crean Guantánamos, siempre se les recibe en palacio). Se condenan las eucaristías participativas, y abiertas a todos, donde la comunidad tiene más importancia que el cura o la norma. A los teólogos “díscolos” se les pone en la lista negra, se les advierte, o se les retira la licencia. Y a los catequistas que sugieren que no habría sido ninguna deshonra para la divinidad de Jesús, que él hubiera nacido en una familia normal con hermanos, se les expulsa de la parroquia. Y qué difícil lo tiene el cura, o el laico, que se atreve a denunciar alguna verdad incómoda.

En la liturgia se absolutizan cosas relativas. Así, en los orígenes, cuando las eucaristías se celebraban en las casas, “La expresión fracción del pan (el nombre más antiguo de la eucaristía) permanece en uso mientras la eucaristía se celebra en el marco de una comida. Se llama también cena del Señor (1 Co 11,21). En ese marco, dice San Pablo, no se ha de rechazar ningún alimento que se coma con acción de gracias, pues queda santificado por la palabra de Dios y por la oración (1 Tm 4,4-5). La comida de pan y pescado que el Señor resucitado da a los siete discípulos (Jn 21,13) aparece en el arte cristiano primitivo como expresión eucarística”. Lo importante no es lo que se como sino lo que se celebra. Homilía significa diálogo, compartir experiencias: “Cuando os reunís, cada cual puede tener un salmo, una instrucción, una revelación, un discurso en lengua, una interpretación; pero que todo sea para edificación” (14,26). Podéis profetizar todos por turno (14,31). Todo ha de hacerse con decoro y orden (14,40). Los problemas de división en la comunidad afectan al sentido de la eucaristía, al discernimiento para ver el paso del Señor”.

En el atrio de los gentiles, junto a la puerta hermosa del templo, comenzaron los apóstoles su misión. Sabían que su Maestro no se sentía incómodo entre la gente no devota, marginal de la sinagoga, “periférica”, y de “mala vida” que se le acercaba, buscando liberación. Y que las distancias, las precauciones, o sus diatribas y momentos de indignación, los reservó para el estamento de los puros y doctos, a los que acusó de hipócritas y cosas bastante más duras (Mt 23, 1-32); o para quienes, al abrigo de la religión, montaban negocios paralelos. Él siempre estuvo abierto al diálogo, lo que no quería decir que Él tragaba con todo: había unos mínimos en su programa. Pero él no condenaba, perdonaba proponiendo la conversión, como en el caso de la mujer samaritana, o como cuando Natán, el profeta, que tenía buena memoria y no se calló, le recuerda al poderoso rey David lo que había hecho con Urías, su general, para birlarle a su mujer. Los legalistas, que acusaron a Jesús de comedor y bebedor, o de que se sentaba y comía con pecadores y relativizaba el templo de piedra, se echaban las manos a la cabeza y se rasgaban las vestiduras. Para él lo importante no estaba en cumplir el rito, ni las bellas ceremonias de “religiosidad egipcia”, sino recuperar a oveja perdida y al hijo pródigo. “¿Sabéis por qué llaman a Roma el ‘depósito de la fe?” (Preguntaba un cura, desenfadadamente, en el templo Entrevías). “Porque el que va a Roma la pierde”.

Friday, August 10, 2007

Ni Pies ni Cabeza

Para todos los cristianos, la historia de la Iglesia y su tradición, es algo cuanto menos, importante. A lo largo de los siglos esta Iglesia nuestra ha ido caminando, construyendo una estructura fuerte y estable que le ha permitido mantenerse en los vaivenes de los diferentes imperios, corrientes históricas, revoluciones... Sobra decir que en nuestra historia ha cometido pecados aberrantes, que todos conocemos. Por desgracia en cada capítulo importante de la Historia de la humanidad hay más de una página negra de nuestra Iglesia: Santa Inquisición, colonización de América, holocausto nazi, Guerra Civil española, dictaduras latinoamericanas, y un largo etcétera. No menos cierto es que conviviendo con estas mismas realidades, ha habido grandes personajes de la misma Iglesia, que han encarnado el evangelio hasta las últimas consecuencias: Tomás Moro, Bartolomé de las Casas, Óscar Romero, Angeleli, y tantos y tantos otros más o menos conocidos. Es más, la postura oficial de la Iglesia, no siempre ha estado al lado de los poderosos, (gracias Señor por Juan XXIII, una vez más).

Pues bien en este transcurrir de los años ha habido costumbres y hábitos, en el mejor sentido de la palabra, que con la mejor de las intenciones, se han instaurado como parte de nuestra tradición, e incluso, y esto no deja de ser peligroso, como parte de nuestra identidad católica. Celibato, procesiones, santos rosarios... pan fermentado. No es mi intención hacer una crítica descarnada de todos estos elementos, ya que no los juzgo ni como buenos, ni como malos, sólo como herramientas, medios, que pueden ayudar la vida de fe. Y aquí radica lo verdaderamente importante, la vida de fe, que también es fe en la vida aquí y ahora, si no amas a tu hermano, que tienes al lado, ¿cómo podrás amar a Dios?

Ni pies, ni cabeza. Lo de nuestra jerarquía no tiene ni pies, ni cabeza. Y lo digo en el sentido más evangélico de la frase. Recuerdo con esta expresión dos de las escenas más tiernas que aparecen en el evangelio, el lavatorio de pies, donde, el maestro se ciñe la toalla, y luego no se la quita, para seguir sirviendo; y la cabeza de Juan apoyada en el pecho de Jesús en la Última Cena, para escuchar hasta lo más profundo.

¿Hasta cuando esta jerarquía esclava de la tradición más superficial, que sale a la calle exigiendo la religión en la escuela, y en contra de los matrimonios homosexuales, y que tan callados estaban al estallar la guerra de Irak? ¿Hasta cuando esta jerarquía que condena sin compasión ni misericordia a sus hijos? Y que conste que no estoy de acuerdo con esos postulados, pero es eso lo más importante.

Tuesday, August 07, 2007

Pedir, Buscar, Llamar

En las primeras comunidades cristianas se recordaban unas palabras de Jesús dirigidas a sus seguidores en las que les indica en qué actitud han de vivir: «Os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide, recibe, quien busca, halla, y al que llama, se le abre».

No se dice qué pedir, qué buscar ni adónde llamar. Lo importante es la actitud de vivir pidiendo, buscando y llamando. Como un poco más tarde, Lucas dice que el Padre «dará su Espíritu Santo a los que se lo piden», parece que lo primero que hay que pedir, buscar y llamar es el Espíritu Santo de Dios.

«Pedid y se os dará». En la Iglesia se planifica, se organiza y se trabaja buscando eficacia y rendimiento. Pero, con frecuencia, sólo contamos con nuestro esfuerzo. No hay sitio para el Espíritu. Ni lo pedimos ni lo recibimos.

Pedimos vocaciones sacerdotales y religiosas pensando que es lo que más necesitamos para que la Iglesia siga funcionando, pero no pedimos vocaciones de profetas, llenos del Espíritu de Dios, que promuevan la conversión al evangelio.

«Buscad y hallaréis». Con frecuencia, no sabemos buscar más allá de nuestro pasado. Nos da miedo abrir nuevos caminos. No nos atrevemos a dar por terminado lo que ya no genera vida y ahogamos nuestra creatividad para iniciar algo realmente nuevo y bueno.

Sin buscadores es difícil que la Iglesia encuentre caminos para evangelizar el mundo de hoy. Mientras tanto, los jóvenes tienen derecho a saber si en la Iglesia nos preocupamos de su futuro y del mundo nuevo en el que van a tener que vivir.

«Llamad y se os abrirá». Si nadie llama al Espíritu, no se nos abrirán nuevas puertas. Defenderemos el presente con todas nuestras fuerzas. Tendremos miedo a los cambios pues si este presente se nos viene abajo, no hay nada más. Nos falta fe en el Espíritu creador de nueva vida.

Construiremos una Iglesia segura, defendida de peligros y amenazas, pero será una Iglesia sin alegría y sin aire, porque nos faltará el Espíritu Santo de Dios.

Fuente: Ecclesalia

Friday, August 03, 2007

Dios no Se Equivoca

Esta historia me llega de parte de mi hermano Erick Barinas. La consideré muy aleccionadora por lo que la comparto aquí con todos.

Hace mucho tiempo, en un reino distante, un monarca no creía en la bondad de Dios. Tenía, sin embargo, un súbdito que siempre le recordaba acerca de esa verdad. En todas las situaciones decía: ¡Rey mío, no se desanime, porque todo lo que Dios hace es perfecto. El nunca se equivoca!

Un día el rey salió a cazar junto con su súbdito, y una fiera de la jungla le atacó.

El súbdito consiguió matar al animal, pero no evitó que Su Majestad perdiese el dedo meñique de la mano derecha. El rey, furioso por lo que había ocurrido, y sin mostrar agradecimiento por los esfuerzos de su siervo para salvarle la vida, le preguntó a este:

Y ahora, ¿qué me dices? ¿Dios es bueno? Si Dios fuese bueno yo no hubiera sido

atacado, y no hubiera perdido mi dedo.

El siervo respondió:

Rey mío, a pesar de todas esas cosas, solamente puedo decirle que Dios es bueno, y que quizás eso, perder un dedo, sea para su bien. Todo lo que Dios hace es perfecto. ¡El nunca se equivoca!

El rey, indignado con la respuesta del súbdito, mandó que fuese preso a la celda más oscura y más fétida del calabozo. Después de algún tiempo, el rey salió nuevamente para cazar, y fue atacado, esta vez, por una tribu de indios que vivían en la selva. Estos indios eran temidos por todos, pues se sabía que hacían sacrificios humanos para sus dioses.

Inmediatamente después que capturaron al rey, comenzaron a preparar, llenos de júbilo, el ritual del sacrificio. Cuando ya tenían todo listo, y el rey estaba delante del altar, el sacerdote indígena, al examinar a la víctima, observó furioso:

¡Este hombre no puede ser sacrificado, pues es defectuoso! ¡Le falta un dedo!

Luego, el rey fue liberado. Al volver al palacio, muy alegre y aliviado, liberó a su súbdito y pidió que fuera a su presencia. Al ver a su siervo, le abrazó afectuosamente diciendo:

¡Querido siervo, Dios fue realmente bueno conmigo! Tú debes haberte enterado que escapé justamente porque no tenía uno de mis dedos. Pero ahora tengo una gran duda en mi corazón: si Dios es tan bueno, ¿por qué permitió que estuvieses preso, que tanto lo defendiste? El siervo sonrió, y dijo:

Rey mío, si yo hubiera estado junto con usted en esa caza, seguramente habría sido sacrificado en su lugar, ¡ya que no me falta ningún dedo! Por lo tanto, acuérdese siempre: ¡todo lo que Dios hace es perfecto, él nunca se equivoca!

Romanos 8:28

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien,

Romanos 10:11

Porque la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.

Thursday, August 02, 2007

Un Dios que Llora

Las imágenes de Dios dominantes en las religiones actuales nacieron, en su gran mayoría, en el cuadro de la cultura patriarcal. Es un Dios Señor del cielo y de la Tierra, que dispone de todos los poderes, justiciero y Padre severo. Antes, bajo la cultura matriarcal, confirmada hoy como una de las fases de la historia humana, vigente hace unos veinte mil años atrás, la imagen de Dios era femenina, la de la Grande Madre, la Madre de los mil senos, generadora de toda vida. Produjo una cultura más en armonía con la naturaleza y profundamente espiritual.

Nuestro inconsciente, que es personal y colectivo, guarda en forma de arquetipos y de grandes sueños estas experiencias hechas bajo estas dos formas de organizar la convivencia humana, bajo la figura del padre y bajo la figura de la madre. Ellas están presentes en nosotros y las exteriorizamos siempre a través del imaginario, del arte, de la música y de símbolos de todo orden.

Pero hay otra imagen, presente en la historia de las religiones y también en la tradición judeocristiana: habla del Dios que se hace niño, que no juzga sino que camina con nosotros, un Dios que llora por la muerte de su amigo, que siente pavor ante la muerte próxima y que finalmente muere gritando en la cruz. Varios místicos cristianos se refieren al Dios que sufre con los que sufren y que llora por los que mueren. Juliana de Norwich, gran mística inglesa (+1413), vio la conexión existente entre la pasión de Cristo y la pasión del mundo. En una de sus visiones dice: «Entonces vi lo que a mi entender era una gran unión entre Cristo y nosotros, pues cuando él padecía, padecíamos también. Y todas las criaturas que podían sufrir, sufrían con él». William Bowling, otro místico del siglo XVII, concretaba todavía más diciendo: «Cristo vertió su sangre tanto por las vacas y por los caballos como por nosotros los humanos». Es la dimensión transpersonal y cósmica de la redención.

Profesar, como se hace en el credo cristiano, que Cristo descendió a los infiernos, significa expresar existencialmente que él no temió experimentar el desamparo humano y la última soledad de la muerte.

Un gran biblista italiano recientemente fallecido, G. Barbaglio, en su ultimo libro sobre el Dios bíblico, amor y violencia, refiere un midrash judaico (un relato) sobre el llanto de Dios. Cuando vio que los jinetes egipcios con sus caballos eran tragados por las olas, después de haber pasado sin peligro todo el pueblo de Israel, Dios no se contuvo. ¿No eran también los egipcios sus hijos queridos y no sólo los de Abrahán y de Jacob?

Es rica la tradición bíblica que habla de la misericordia de Dios. En hebreo misericordia significa tener entrañas de madre y sentir en profundidad, muy dentro del corazón. El Salmo 103 es ejemplar en esto al afirmar que «Dios tiene compasión, es clemente y rico en misericordia; no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo. Como un padre siente compasión por sus hijos, porque conoce nuestra naturaleza y se acuerda de que somos polvo; su misericordia es desde siempre y para siempre». ¿Habrá palabras más consoladoras que éstas para los tiempos malos que vivimos?

Es sobre este trasfondo como debe ser entendida la resurrección de Cristo. Si la resurrección no fuera la resurrección del Crucificado, y con él la de todos los crucificados de la historia, sería un mito más de exaltación vitalista de la vida y no respuesta al drama del sufrimiento que él comparte y supera. Así, la jovialidad y el triunfo de la vida tienen la última palabra. Éste es el sentido de la utopía cristiana.

Otro artículo sin desperdicios de Leonardo Boff.

Tuesday, July 24, 2007

Quedan los Pobres y Dios

Semejante afirmación muchas veces es tomada como radical por diversos sectores de nuestra Iglesia, a los cuáles les es mas lícito tapar la vista y no mirar los caminos que toma la historia, para así continuar viviendo de una manera cómoda de los beneficios que tienen actualmente.

Se nos incita a conformarnos con lo que hay, a entender que “eso siempre será así mi hijo, no hay forma de cambiarlo”, a pretender que la Iglesia no debe inmiscuirse en cuestiones que a muchos les parecen políticas, pero que a otros nos parecen la natural forma de actuar de aquellos que hemos sido llamados por Jesús a continuar su camino liberador a “predicar el evangelio a los pobres; a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar a los cautivos su libertad, a los ciegos la vista; y a proclamar el año de gracia del Señor”.

Que más mandato que este del Señor, que nos envía a “proclamar la Buena Noticia” a todos los confines de la tierra. Y que más Buena Noticia, que decirle a los débiles que podemos luchar contra los sistemas, las inequidades, y todas las actitudes que permiten que en la creación de Dios, persistan injusticias, abusos, explotaciones ... que el hombre siga todavía a esta altura del juego sirviéndose de su hermano para enriquecerse.

Recordemos que significaba en la tradición hebrea el año de gracia del Señor al que se refiere Jesús, que era un año, el 7mo cada período, donde las deudas eran perdonadas, los esclavos liberados y se empezaba todo desde cero. (Deut 15, 1-6)

Ya Juan el Bautista también nos daba una recomendación, “el que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene de comer, haga lo mismo” o sea que la solidaridad con el pobre, con el que no tiene, con el oprimido debe ser la máxima de vida de todos los que nos consideramos seguidores del Reinado de Dios.

Monseñor Pedro Casaldáliga nos lo dice convencido totalmente de esto: “La Opción por los Pobres sigue siendo la opción por los pobres, textualmente. Quiero decir: sigue siendo una conciencia de que los pobres son la opción del mismo Dios, el Dios de Jesús. La biblia entera, y, sobre todo, la palabra, la vida, la muerte y la resurrección de Jesús, nos confirman en esta conciencia teológica, teologal, de que Dios optó, opta y seguirá optando por los pobres, sus hijos -mayoría- prohibidos de ser plenamente humanos, por sistemas de prepotencia y de marginación.

Luchemos pues para ayudar a liberar a nuestros hermanos de las ataduras que impiden a unos ver la voluntad de Dios, y a otros gozar de la plena participación en el Reinado de Dios.

Monday, July 23, 2007

Y Cristo Lloró en los Jardines del Vaticano

Andando por la red, allí donde crece una Iglesia pobre y liberadora, leí de un popular teólogo, censurado varias veces y buen conocedor de la lectura popular de la Biblia, la siguiente visión, que él aseguraba era verdadera.

Iba un día camino del centro comunitario cuando se vio trasportado, no sé si en sueño o en espíritu, a los jardines del Vaticano. De repente vio a un papa -no era ninguno de los conocidos- todo de blanco, rodeado por sus principales cardenales consejeros. Hacían el habitual paseo después del almuerzo, caminando por los jardines en flor del Vaticano. De pronto, el Papa vislumbró, a unos pocos metros de distancia, la figura del Maestro. Éste siempre aparece disfrazado, unas veces como jardinero, otras como caminante que va hacia Emaús. Pero el sucesor de Pedro, apartándose del grupo de cardenales, con fino tacto, identificó al instante al Resucitado. Se arrodilló y quiso pronunciar la profesión que hizo a Pedro ser la piedra sobre la cual se construye la Iglesia (\"Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo\") cuando fue atajado por Jesús. Mirando el palacio del Vaticano a lo lejos y la silueta de los edificios de la Santa Sede, Jesús con voz entristecida dijo: «No te bendigo, Simón, hijo de Jonás y sucesor de Pedro, porque todo esto no fue inspirado por mi Padre que está en los cielos sino por la carne y por la sangre. A ti te digo que no fue sobre estas piedras que edifiqué mi Iglesia, porque temía que así las puertas del infierno pudiesen prevalecer contra ella».

El Papa se quedó perplejo y dirigió su mirada al rostro de Jesús. Vio que caían furtivamente dos lágrimas de sus ojos. Se acordó de Pedro que lo había traicionado tres veces y que, arrepentido, lloró amargamente. Quiso articular alguna palabra, pero ésta murió en su garganta. Él también empezó a llorar. En esto el Señor desapareció.

Los cardenales oyeron las palabras del Maestro y se apresuraron a asistir al Papa. Entonces éste les dijo con gran severidad: «Hermanos, el Señor me abrió los ojos. Por eso, las cosas no pueden quedar así. Ayúdenme a realizar la voluntad del Señor».

El Cardenal Camarlengo, el más anciano de todos, afirmó: «Santidad, sí, vamos a hacer algo para seguir a Jesús y la tradición de los Apóstoles. Mañana reuniremos a todo el colegio cardenalicio presente en Roma e, invocando al Espíritu Santo, decidiremos cómo proceder, conforme a las palabras del Señor».

Todos se alejaron pesarosos, mientras les venían a la memoria aquellas escenas del Nuevo Testamento que se refieren a Jesús llorando sobre la ciudad santa que mataba a sus profetas y apedreaba a los enviados de Dios, y que se negaba a reunir a sus hijos e hijas como la gallina recoge a sus polluelos bajo sus alas.

Algunos, sin embargo, comentaban: «hermanos, seamos realistas y prudentes, pues nos toca vivir en este mundo que ayudamos a construir. ¿Podemos negar nuestra historia? Pero veamos lo que el Espíritu nos inspira».

Al día siguiente, cuando los cardenales se dirigían a la sala del consistorio, graves y cabizbajos, el secretario del Papa vino corriendo y les comunicó casi a gritos: «El Papa ha muerto».

Se celebraron los funerales con la pompa que acostumbran los cardenales, con sus vestimentas brillantes y llenas de color, venidos de todas partes del mundo. Una semana después sepultaron al Papa.

Y nadie se acordó nunca más de las palabras que el Señor había dicho.

Friday, July 13, 2007

Dos Consignas de Jesús

Después de veinte siglos de cristianismo es difícil escuchar con honradez las instrucciones de Jesús a los suyos sin sentir un poco de vergüenza por nuestro comportamiento. No se trata de vivirlas al pie de la letra. No. Simplemente de no actuar contra el espíritu que encierran. Hoy sólo nos detendremos en dos consignas.


Jesús envía a sus discípulos por las aldeas de Galilea como «corderos en medio de lobos». ¿Quién cree que ésta ha de ser hoy nuestra identidad en una sociedad atravesada por toda clase de conflictos y enfrentamientos? Y, sin embargo, entre nosotros no necesitamos más lobos, sino más corderos. Cada vez que desde la Iglesia o su entorno se alimenta la agresividad y el resentimiento o se lanzan insultos y ataques que hacen más difícil el mutuo entendimiento, estamos actuando contra el espíritu de Jesús.


Lo «primero» que han de comunicar sus discípulos al entrar en una casa es «Paz a esta casa». La paz es la primera señal del reino de Dios. Si la Iglesia no introduce paz en la convivencia, los cristianos estamos anulando de raíz nuestra primera misión.


La otra consigna es más desconcertante: «No llevaréis talega ni alforja ni sandalias». Los seguidores de Jesús vivirán como los vagabundos que encuentren en el camino. No llevarán dinero ni provisiones. Caminarán descalzos como tantos pobres que no tienen un par de «sandalias» de cuero. No llevarán siquiera una «alforja» como hacen ciertos filósofos itinerantes.


Todos podrán ver plasmada en su manera de vestir y de equiparse su pasión por los últimos. Lo sorprendente es que Jesús no está pensando en lo que deben llevar consigo, sino precisamente en lo contrario: en lo que no deben llevar; no sea que se distancien demasiado de los más pobres.

¿Cómo se puede traducir hoy este espíritu de Jesús en una sociedad del bienestar? No ciertamente recurriendo a un atuendo que nos identifique como miembros de una asociación religiosa o responsables de un cargo o tarea en la Iglesia. Cada uno hemos de revisar con humildad qué nivel de vida, qué comportamientos, qué palabra, qué actitud nos identifican con los últimos.

Friday, July 06, 2007

Su Santidad, le Invito a RD para que Vea

El Papa Benedicto XVI dijo ayer que en República Dominicana se trata con caridad y solidaridad a los Haitianos que vienen a nuestro país a trabajar. Personalmente quiero invitar a Su Santidad a que se dé una vueltecita por algunos de los bateyes donde trabajan esas almas, desplazadas por la miseria que viven de aquel lado de la frontera. Aunque no creo que exista esclavitud, pues una cosa es ser esclavo, maltratado y odiado como algunos han querido hacer ver, y otra es, que no se puede negar que la miseria y la exclusión en esos bateyes son inmensas. Entonces Su Santidad, con el “respeto y perdone“, le vendría bien un viajecito a República Dominicana para que en carne propia vea como es que la gente pasa trabajo en esos lugares, y por favor Su Santidad, no se acostumbre a la comodidad del arzobispado porque desgraciadamente, no todos los barrios y lugares de nuestro país son así, como no todos los lugares del mundo son tan cómodos como el vaticano. Perdone usted si le hiero un poco con esto, pero como usted dice que nosotros los latinos que creemos en una Iglesia comprometida con los pobres y excluidos, de los que forman parte esos haitianos en nuestro país, no hemos entendido el evangelio, cuando esté en uno de esos bateyes, donde por cierto también hay dominicanos, piense un poco y díganos que usted cree que haría Jesús ante la situación que se vive en esos lugares. ¿Cuáles serían las palabras que Nuestro Señor usaría para definir la situación? ¿Cuál sería su actitud? Piénselo hermano Benedicto, su alta investidura le faculta para ser nuestro guía, por eso debe usted dar una buena idea a todos los que profesamos la fe católica sobre los problemas del mundo. Así sea

Monday, July 02, 2007

Para Ver a Dios

Canto Indígena cherokee - Traducida y adaptada del Libro By San Etioy).

Un hombre susurró: "Dios, habla conmigo".
Y un Ruiseñor comenzó a cantar.
Pero el hombre no oyó. El hombre repitió: "Dios, habla conmigo".
Y el eco de un Trueno se oyó. Más el hombre fue incapaz de oír. El hombre miró alrededor y dijo: "Dios, déjame verte".
Una Estrella brilló en el cielo. Pero el hombre no la vio. El hombre comenzó a gritar: "Dios, muéstrame un milagro". Un Niño nació. Mas el hombre no sintió el latir de la vida. El hombre comenzó a llorar y a desesperarse: "Dios, tócame y déjame saber que estás aquí conmigo…".
Y una Mariposa se posó suavemente en su hombro.
El hombre espantó la mariposa con la mano y desilusionado Continuó su camino, triste, solo y con miedo.

¿Hasta cuando mantendremos nuestros ojos y nuestros corazones cerrados, para los milagros de la vida, que la vida nos presenta en todo momento?

Friday, June 29, 2007

Maestro, Que Pueda Ver !!

Fue la única respuesta de Bartimeo, frente a la pregunta de Jesús, ¿qué quieres que haga por ti?

Tal vez hoy, sea ése el ruego de mucha, muchísima gente, que como el ciego, grita en silencio, conciente o no de una ceguera que en este momento de la historia, ya no puede o no debe existir.


Durante muchos siglos la Palabra fue propiedad privada de "los elegidos". Los sencillos," los comunes ", las grandes multitudes que formamos el Pueblo de Dios, no accedimos a ella, y cuando reflexiono sobre el por qué, tengo una muy fea sospecha, "Cuidado con esa semilla, que puede germinar".


En este momento de la historia, donde hasta el niño de ocho años, conoce cuando sus derechos son pisoteados, porque en la escuela, sus maestros se los enseñan, ya no podemos ni queremos permanecer ciegos, no nos alcanza con escuchar la Palabra pasivamente en la misa, ni escuchar sólo el comentario que hace de ella el celebrante. Eso es sólo una parte, que ayuda, sí, pero no es todo, porque mil celebrantes, mil interpretaciones diferentes. Nosotros, los laicos, los que trabajamos en nuestras parroquias porque queremos el Reino, ya, desde aquí y ahora, los que ni siquiera podemos leer el Evangelio en las misas, somos seres pensantes, reflexivos, (no sabremos latín, pero sí sabemos leer, proclamar, expresar, saborear las palabras) muy capaces de interpretar el mensaje de Dios y ponerlo en práctica, porque también somos elegidos por Él, amamos a Jesús y recibimos su amor permanentemente.


¿Es necesario que esto se diga?, pues sí, es muy necesario, porque hay momentos, muchísimos, en que parece que somos transparentes. Nosotros no queremos el poder, no ambicionamos ocupar ningún lugar especial, porque Dios nos llamó para otra tarea, para formar su Reino desde nuestros trabajos, nuestras familias, nuestros amigos, pero sí queremos ayudar y ayudar es también participar, opinar, construir también con nuestras voces de gente de la calle, con formación de vida, formación de Dios.


Hoy, estamos aún afuera, sabiendo que Jesús nos mueve, nos inspira, nos exige amorosamente.

Como Bartimeo, pedimos la luz para nuestros ojos, Él nos cura, lo vemos, lo reconocemos, sabemos cuándo es su voz la que nos guía, ¿entonces?, ¿qué nos impide ir también formando el camino?, ¿tenemos que seguir, como ciegos, siendo tantos, siguiendo el camino que poquitos van trazando? ¿No será que entre muchos, entre todos y con todos, podremos hacer la tarea mejor? Más aún en mi país, donde si nos subiéramos a una montaña, podríamos ver el rostro de cada uno.

Sembrar la Semilla del Reino

Echar la semilla, sembrarla… es ponerse enteramente ante Dios, exponerse a colaborar en su plan de construcción del Reino. No tenemos, ni planes de diseño ni planos del proyecto. Pensamos que floreceremos como rosas, margaritas, naranjas o plátanos según “nuestro” plan y “nuestros” esquemas, y al final puede que la planta resulte trigo, maíz, caña de azúcar, algodón o papa… ¡qué más da!


Cada uno será la planta que esté llamada a ser porque lo que importa no es qué quiero sino lo que Dios quiere que yo quiera, en libertad y confianza. La paz interior llega al descubrir la opción vocacional y, aún sintiendo extrañeza, se ve que no podría ser de otra manera.

Hay un camino que es la vida entera, para ir desmontando la imagen de lo que creemos ser, dejando a un lado lo que soñamos ser, hasta llegar a lo que estamos llamados a ser. Quiero compartir un sabio consejo por si a alguien puede servirle como a mí me sirvió: “Es más importante sembrar la semilla que preocuparnos por ver si tenemos o no los colores de la planta que resultará al final. Plantemos y reguemos que el Señor hará crecer”.

Sembrémonos como pequeñas semillas para la construcción del Reino y cedamos el control… ese que creemos tener.

Monday, June 18, 2007

La Teología Revolucionaria de San Romero de América

Otro artículo del Sacerdote Luis Barrios. Sin desperdicios !!

Durante esta semana pasada estuve discutiendo con un grupo de estudiantes la posibilidad de poder construir un mundo diferente, en donde podamos garantizar la paz con justicia. Esto como una alternativa al desastre político, económico, social y espiritual que el gobierno terrorista del presidente George W. Bush sigue repartiendo por todo el mundo. En un consenso colectivo llegamos a la conclusión que es posible ese proyecto.

Asimismo, discutimos la manera en que nuestra fe también puede ser una motivación positiva para lograr un despertar de la conciencia crítica y de clase del pueblo, organizarles y movilizarles hacia la construcción de esa realidad. Dentro de esta discusión fue que discutimos los aportes de la teología revolucionaria de nuestro Monseñor Oscar Romero, para nosotros; San Romero de Las Américas.

¿Cuáles son entonces algunos aportes de la teología revolucionaria de San Romero de Las Américas? Por un lado San Romero se atrevió a decir lo que la mayoría de los líderes religiosos o políticos no se atreven a decir: “Yo tengo que escuchar qué dice el Espíritu por medio de su pueblo y, entonces, sí, recibir del pueblo y analizarlo y junto con el pueblo hacerlo construcción de la Iglesia”.

O sea, el pueblo es por un lado el termómetro que nos dice la temperatura y por otro lado el termostato que va a regular esa temperatura. Estar con el pueblo debe de dejar como resultado nuestra humanización. De aquí el que San Romero fundamentó su ministerio en el principio que “antes de ser un cristiano tenemos que ser muy humanos…” De hecho, nuestra espiritualidad se proyecta a través de nuestra humanidad. O sea, mientras más humanos somos, mayor nuestra espiritualidad. La humanidad de San Romero lo convirtió en un santo. No fue la manera de morir sino la manera como vivió lo que le canonizó.

En esta teología revolucionaria San Romero dejó claro que “quien se preocupa de la persona que tiene hambre, que está desnuda, de la gente pobre, de las personas desaparecidas, de quienes están en prisiones, de toda esa carne que sufre, tiene cerca a Dios”. Con esto por supuesto también estaba diciendo a la misma vez quienes eran las personas que con sus prácticas malignas estaban lejos de Dios. Por eso también nos dijo “que no hay pecado mas diabólico que quitarle el pan al que tiene hambre”. De aquí su invitación a desarrollar un ministerio en donde tomemos responsabilidad contra las injusticias de nuestra sociedad entendiendo que Dios no creó las mismas sino mas bien la repartición desigual de la creación de nuestra Diosa en donde un poco gente acumuló un montón de riquezas y mucha gente no tiene nada. De frente a estas injusticias que hemos creado San Romero nos alerta de no cometer el error de pedirle a Dios que nos resuelva los problemas terrenales que nos corresponden a nosotros eliminar. De lo contrario dice él, “eso es vagancia”.

Asimismo, en esta teología revolucionaria se hace necesario el rescate de nuestras instituciones educativas, religiosas, políticas, culturales, etc., para que se conviertan en instrumentos de liberación. También se hace necesario el que podamos combatir la teología burguesa—entiéndase la manera de pensar, sentir y de hacer las cosas como el grupo que domina quiere—la cual tiene como intención de funcionar como instrumento de control que garantice la estabilidad y protección de los intereses de la clase y los grupos dominante.

También en el rescate de nuestras instituciones con esta teología revolucionaria de San Romero debemos de entender que una Iglesia narcotizada del mismo modo persigue el atosigarnos para que no pensemos, y aun peor, no percibamos, la manera en que estamos siendo oprimidos, explotados y excluidos. De aquí entonces la necesidad de que esa teología que San Romero nos enseñó siga siendo conspiradora. Por supuesto, no debemos olvidar que la misma requiere como antesala la capacidad de la conciencia auto-crítica. Que no se nos olvide, toda revolución—asi es una verdadera revolución— comienza conmigo, porque yo solo puedo dar lo que tengo. Luego tú y yo nos enlazamos y ya somos dos que hemos salido en la búsqueda del efecto multiplicador.

Anticristos Dominicanos

Un artículo de Luis Barrios tomado por el Diario Online La Prensa. Lo reproduzco aquí por considerarlo de interés para los que esperamos una sociedad más justa y solidaria.

Acabo de llegar de mi segunda patria, la República Dominicana, la tierra de Mamá Tingó y de María Trinidad Sánchez. Mi salida se dio unos días después que el compatriota puertorriqueño José Luis de Jesús Miranda, quien por un lado se autoproclama como el ‘Anticristo’ y por otro lado se hace llamar Jesucristo Hombre, hiciese su entrada poco triunfal en Santo Domingo.

Como era de esperarse, los guardianes morales de la patria salieron al ataque no solo condenando al señor Miranda, sino también negándole los espacios públicos que una democracia debe de garantizar para la disidencia. Curiosamente, la excusa principal fue que su prédica era contraria a la de la Iglesia por lo tanto había que declararle un anatema condenando a su vez su movimiento de religiosidad popular denominado, Creciendo en Gracia.

Fue interesante escuchar y ver los gestos de coraje por parte del cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, quien calificó a José Luis de Jesús Miranda de "charlatán, miserable y pecador". Y por supuesto, muy enérgicamente, con su estilo arbitrario y autoritario que lo caracteriza, solicitó que se le expulsase del país. De aquí el que tanto la Universidad Autónoma de Santo Domingo como la administración del hotel Intercontinental V Centenario, no le permitieran celebrar una actividad con su seguidores.

Ahora bien, ¿qué es esto del Anticristo? Una ligera mirada a la Biblia nos puede ayudar a entender que el Anticristo es considerado como un impostor quien en nombre de Jesús proclama enseñanzas contrarias al Evangelio. En teología fundamentalista y dogmática, este Anticristo, junto con Lucifer y al Falso Profeta, establecerá una dictadura mundial. Algo parecido a lo que la trilogía endiablada de George W. Bush, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional están haciendo. Por su puesto, estos símbolos metafóricos de la Biblia —como el Anticristo— deben de ser evaluados críticamente también a la luz de los métodos literarios, históricos y sociológicos y no en el contexto literal.

En resumidas cuentas lo que distingue al Anticristo es que su mensaje es contrario al mensaje subversivo del Evangelio el hermano y compañero Jesús. De aquí el que me tome la libertad de identificar a los Anticristos que promueven otro tipo de Evangelio. Por ejemplo, tomemos en consideración al Anticristo de la economía neoliberal dominicana, en donde con el modelo capitalista la producción y acumulación de dinero es mucho más importante que la gente. ¿Por qué el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez no mete su mano en este asunto? Porque él es parte de ese grupúsculo de Anticristos dominicanos que se han nutrido explotando al pueblo.

Véalo de esta manera. Primero, el nuevo Plan Estratégico para la República Dominicana está basado en cinco temas comunes: reducción de la pobreza, sociedad civil, reforma de políticas, gobernabilidad local y alianzas estratégicas. En papel esto suena muy bien. Segundo, una verdad a medias es una mentira. Me explico. Es cierto que durante la administración del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), con su presidente Leonel Fernández, en comparación con la administración pasada del Partido de Revolucionario Dominicano (PRD) e Hipólito Mejía, el país ha logrado algunas mejoras muy en la educación, nutrición y salud. Sin embargo, este supuesto progreso está por debajo del nivel que corresponde al ingreso del país. En la actualidad la canasta familiar tiene un costo de $18,000 pesos, mientras que los salarios promedios de los trabajadores están por los $3,000 pesos. Esto es contrario al Evangelio.

Por otro lado, la realidad dominicana es que no hay protección social, se carece de servicios sociales básicos, los gastos públicos tienen unas prioridades para otorgar contratos a contratistas que están haciendo regalías millonarias las cuales se canalizan a través de Organizaciones no Gubernamentales (ONG) como por ejemplo, la que preside Leonel Fernández, la Fundación Global Democracia y Desarrollo. De la misma manera, los servicios de agua y luz son un lujo y privilegio.

Mientras tanto, Leonel Fernández, tercamente, se ha lanzado a la tarea de construir un metro (subway o tren) gastando millones de pesos y el país no tiene hospitales, medicinas, escuelas, libros, agua, luz, comida y el pueblo desesperadamente ve como opción el tener que inmigrar hacia Estados Unidos o Europa ya sea con visas, papeles falsos o en yolas. Esto es contrario al Evangelio. En la paz con justicia destruyamos los Anticristos.

Tuesday, June 12, 2007

Para Pensar en cada Eucaristía

Cada vez que celebramos la eucaristía dominical no basta con seguir las normas prescritas o pronunciar las palabras obligadas. No basta tampoco cantar, santiguarse o darnos la paz en el momento adecuado. Es muy fácil asistir a misa y no celebrar nada en el corazón; oír las lecturas correspondientes y no escuchar la voz de Dios; comulgar piadosamente sin comulgar con Cristo; darnos la paz sin reconciliarnos con nadie. ¿Cómo vivir la misa del domingo como una experiencia que renueve y fortalezca nuestra fe?


Para empezar, es necesario escuchar desde dentro con atención y alegría la Palabra de Dios y, en concreto, el evangelio de Jesús. Durante la semana hemos visto la televisión, hemos escuchado la radio y hemos leído la prensa. Vivimos aturdidos por toda clase de mensajes, voces, ruidos, noticias, información y publicidad. Necesitamos escuchar otra voz diferente que nos cure por dentro.


Es un respiro escuchar las palabras directas y sencillas de Jesús. Traen verdad a nuestra vida. Nos liberan de engaños, miedos y egoísmos que nos hacen daño. Nos enseñan a vivir con más sencillez y dignidad, con más sentido y esperanza. Es una suerte hacer el recorrido de la vida guiados cada domingo por la luz del evangelio.


La plegaria eucarística constituye el momento central. No nos podemos distraer. «Levantamos el corazón» para dar gracias a Dios. Es bueno, es justo y necesario agradecer a Dios por la vida, por la creación entera, por el regalo que es Jesucristo. La vida no es sólo trabajo, esfuerzo y agitación. Es también celebración, acción de gracias y alabanza a Dios. Es un respiro reunirnos cada domingo para sentir la vida como regalo y dar gracias al Creador.


La comunión con Cristo es decisiva. Es el momento de acoger a Jesús en nuestra vida para experimentarlo en nosotros, para identificarnos con él y para dejarnos trabajar, consolar y fortalecer por su Espíritu.


Todo esto no lo vivimos encerrados en nuestro pequeño mundo. Cantamos juntos el Padrenuestro sintiéndonos hermanos de todos. Le pedimos que a nadie le falte el pan ni el perdón. Nos damos la paz y la buscamos para todos.

Monday, May 28, 2007

Carta Abierta a Benedicto XVI

Carta abierta a mi hermano Benedicto XVI
Claude Lacaille, Prêtre des Missions-Étrangères, Trois-Rivières, 16 de mayo de 2007
Original en frances:
http://www.ledevoir.com/2007/05/16/143634.html

Traducción de Marcela Villalobos Cid

Te escribo esta carta porque necesito comunicarme con el pastor de la Iglesia católica y no existe otro canal de comunicación para encontrarte. Me dirijo a tí como un hermano en la fe y en el sacerdocio, puesto que hemos recibido de manera común la misión de anunciar el Evangelio de Jesús a todas las naciones.

Soy sacerdote misionero quebequense desde hace 45 años; me comprometí con entusiasmo y al servicio del Señor en la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II. Fui llevado a un trabajo cercano en medios particularmente pobres : en el barrio de Bolosse en Puerto Príncipe durante François Duvalier, entre los Quechuas de Ecuador y finalmente en un barrio obrero en Santiago de Chile durante la dictadura de Pinochet.

Cuando hacíamos la lectura del Evangelio de Jesús, durante mis estudios en secundaria, me impresionaba la multitud de pobres y cojos de la vida que acompañaban a Jesús; sin embargo, los numerosos padres que nos acompañaban en ese colegio católico nos hablanban sólo de moral sexual. Tenía quince años.

La Teología de la Liberación ¿mezcla errónea de fe y política?

Dentro del avión que te conducía hacia Brasil, una vez más condenaste la Teología de la Liberación como un falso milenarismo y una mezcla errónea entre fe y política. Estuve profundamente enojado y herido por tus palabras. Ya había leído y releído las dos instrucciones que el ex-cardenal Ratzinger había publicado sobre el tema. Describen un espantapájaros que no representa para nada mi vivencia y mis convicciones. No tuve necesidad de leer a Karl Marx para descubrir la opción por los pobres. La Teología de la Liberación, no es una doctrina ni una teoría; es una manera de vivir el Evangelio en la cercanía y en la solidaridad con las personas más excluídas, con los empobrecidos.

Condenar así de manera pública a los creyentes que consagraron su vida, es indecente. Somos decenas de millares de laicos y laicas, religiosas y religiosos, sacerdotes venidos de todos lados que hemos seguido el mismo camino. Ser discípulo de Jesús, es imitarlo, seguirlo, actuar como Él actuó. No entiendo el ensañamiento y el acoso hacia nosotros. Justo antes de tu viaje a Brasil, redujiste al silencio y suspendiste la enseñanza católica del padre Jon Sobrino, teólogo comprometido y abnegado, compañero de los Jesuitas mártires del Salvador y de Monseñor Romero. Este hombre de 70 años ha servido con valor y con humildad a la Iglesia de América Latina por su docencia. ¿Acaso es una herejía el presentar a Jesús como un hombre y aceptar las consecuencias?

Viví la dictadura de Pinochet en Chile en una Iglesia guiada valientemente por un pastor excepcional, el Cardenal Raúl Silva Henriquez. Bajo su gobierno, acompañamos un pueblo aterrorizado por los militares fascistas católicos que pretendían defender la civilización cristiana occidental torturando, secuestrando, desapareciendo y asesinando. Viví esos años en La Bandera, un barrio popular tocado particularmente por la represión. Sí, escondí personas; sí, les ayudé a huir del país; sí, les ayudé a salvar el pellejo; sí, participé en las huelgas de hambre. También consagré esos años a leer la biblia con la gente de los barrios populares: centenares de personas descubrieron la Palabra de Dios y eso les permitió enfrentar la opresión con fe y valor, convencidos de que Dios les acompañaba. Organicé sopas populares y talleres artesanales para permitir a los ex-prisioneros políticos encontrar su lugar en la sociedad. Recogí los cuerpos asesinados en la morgue y les dí una sepultura digna, de seres humanos. Promoví y defendí los derechos humanos poniendo en riesgo mi integridad física y mi vida. Sí, la gran mayoría de las víctimas de la dictadura eran marxistas y nos acercamos hacia ellos porque nos parecíamos. Y cantamos y esperamos juntos el fin de esta ignominia. Soñamos juntos la libertad.

¿Qué hubieras hecho en mi lugar? ¿Por cuál de estos pecados quieres condenarme, mi querido Benedicto? ¿Qué es lo que te enemista con esta práctica? ¿Acaso es lejana de lo que Jesús hubiera hecho en las mismas circunstancias? ¿Cómo piensas que me siento cada vez que escucho tus repetidas condenaciones? Estoy llegando como tú al final de mi servicio ministerial y esperaba ser tratado con un poquito más de respeto y cariño de la parte de un pastor. Pero tú me dices: “No has entendido nada del Evangelio. Todo eso es solamente marxismo. Eres un ingenuo” ¿No te parece que hay mucha arrogancia?

Vengo llegando de Chile donde vi a mis amigos de barrio desde hace 25 años; fueron 70 los que me recibieron en enero. Me acogieron de una manera tan fraterna que me decían: «Tú viviste con nosotros, como nosotros, nos acompañaste durante los peores años de nuestra historia. Fuiste solidario y nos amaste. ¡Esa es la razón por la cual te queremos tanto!» Y esos mismos trabajadores y trabajadoras me decían: «Nuestra Iglesia nos ha abandonado. Los sacerdotes regresaron a sus templos; ya no comparten con nosotros, ya no viven entre nosotros».

En Brasil es la misma realidad: durante 25 años han remplazado un episcopado comprometido con los campesinos sin tierra y con los pobres de las favelas de las grandes ciudades, por obispos conservadores que han combatido y rechazado las miles de comunidades de base donde la fe se vivía al ras de la vida concreta. Todo esto ha provocado un vacío inmenso que las Iglesias evangélicas y pentecostales han sabido llenar: ellas han permanecido en medio del pueblo. Y es por miles de centanares que los católicos pasan a esas comunidaes.

Querido Benedicto, te suplico cambiar tu mirada. No tienes la exclusividad del Soplo Divino; toda la comunidad eclesial está animada por el Espíritud de Jesús. Te lo pido, haz una remisión de tus condenaciones; serás juzgado pronto por el Único autorizado a clasificar a la derecha o a la izquierda, y tú sabes tan bien como yo que es sobre el amor que será nuestro juicio.

Fraternalmente,


Claude Lacaille, p.m.é
*

Trois-Rivières

16 de Mayo 2007

Traducción : Marcela Villalobos Cid



* El autor es sacerdote de la Sociedad de Misiones Extranjeras (Prêtres des Missions Étrangères, por sus siglas en francés), es biblista y en Québec continúa su trabajo pastoral en medios populares. Su fe y su compromiso social están marcados por su lucha por la juticia y contra la opresión

Sunday, May 27, 2007

Que había antes del antes ?

Este es un artículo del teólogo Leonardo Boff, que reproduzco aquí para que lo analicemos.


Gran parte de la comunidad científica considera como dato seguro que el universo y nosotros mismos venimos de una inconmensurable explosión -big bang- ocurrida hace cerca de 13.700 millones de años. Existe un último fósil de ese evento, verificado por la ciencia. En 1965 dos técnicos estadounidenses de la Bell Telephone Laboratories de New Jersey, Arno Penzias y Robert Wilson construyeron un aparato de microondas ultrasensible. Al probar el aparato, constataron que en él había un ruido que no podían limpiar. Venía uniformemente de todas las partes del universo, una onda bajísima de tres grados Kelvin.

¿Cuál era el origen de este ruido cósmico de fondo? Ellos y otros astrofísicos constataron que era el último eco de la gran explosión y el resto final que quedaba de la irradiación inicial. Tomando como referencia las galaxias más distantes que se alejan de nosotros a gran velocidad y cuya radiación roja nos está llegando ahora, concluyeron que tal hecho había ocurrido cerca de 13.700 millones de años atrás. Por este descubrimiento, Penzias y Wilson ganaron el premio Nóbel de física en 1978.

Es decir, nuestra edad no es la de nuestro nacimiento sino la del nacimiento del universo hace todos esos miles de millones de años, cuando estábamos potencialmente todos juntos allí con los demás seres del universo. Este dato sería, según algunos, el mayor descubrimiento realizado por la ciencia.

¿Qué había antes del big bang? Los cosmólogos sugieren que lo que había era el vacío cuántico, el estado de energía de fondo del universo, origen de todo lo que existe. Otros lo llaman abismo alimentador de todo ser. Condensación de él sería aquel puntito que primero se hinchó como un balón y después explotó dando origen tal vez, según la teoría de las cuerdas, a otros eventuales mundos paralelos. Pero el vacío cuántico, última realidad alcanzada por la microfísica, es todavía una realidad discernible. Es el antes. Pero ¿qué había antes de ese antes discernible?

En un programa de radio le preguntaron a Penzias qué había antes del big bang y del vacío cuántico. Él respondió: “No lo sabemos, pero razonablemente podemos decir que no había nada”. Inmediatamente llamó una oyente, irritada, acusando a Penzias de ateo. Él sabiamente respondió: “Señora, creo que usted no se ha dado cuenta de las implicaciones de lo que acabo de decir. Antes del big bang no había nada de lo que hoy existe. Si lo hubiera cabría preguntar: ¿de dónde vino?”. Sigue comentando que si había la nada y de repente empezaron a aparecer cosas era señal de que Alguien las había sacado de la nada, y concluye diciendo que su descubrimiento podrá llevar a la superación de la histórica enemistad entre ciencia y religión.

Lo que podemos decir honradamente es que antes del antes había lo Incognoscible, lo Impenetrable, el Misterio. Pues bien, los nombres que las religiones atribuyen a aquello que llaman Dios o Tao, Yavé, Olorum o cualquier otra Entidad, quieren expresar exactamente lo Incognoscible y el Misterio al que se refería Penzias. Por lo tanto “había Dios”. Él no creó el mundo en el tiempo y en el espacio sino con el tiempo y con el espacio.

¿Qué había antes del antes? Ahora podemos balbucear: había la «Realidad» fuera del espacio-tiempo, en el equilibrio absoluto de su movimiento, la Totalidad de simetría perfecta, la Energía infinita y el Amor desbordante. Ni siquiera deberíamos usar tales nombres, pues los nombres surgieron después, cuando ya todo había sido traído a la existencia. Verdaderamente deberíamos callar. Pero como somos seres hablantes, usamos palabras, aunque no dicen nada. Sólo son flechas que apuntan hacia un Misterio.