Sunday, June 19, 2005
Primera Reunión
Ayer, por fin fue nuestra primera reunión, estuvimos hablando mas o menos durante 1 hora y 15 minutos, sobre las expectativas y planes que queremos realizar con este nuevo grupo de jóvenes. Xabier estuvo por allá, así como también el párroco. Lo principal que podemos sacar de esta primera reunión, es que queremos una iglesia diferente, una iglesia misionera, evangelizadora y sobretodo un grupo de jóvenes comprometidos con el mensaje universal de nuestra iglesia católica, y que llegue a todas las zonas de la provincia. Esperamos que el señor nos ilumine en este camino, y que nos ayude a lograr que estas metas se hagan realidad. Amén.
Saturday, June 11, 2005
Hoy es el dia !!!
Bueno...hoy es el dia ....ya lo habíamos pospuesto varias veces, pero al parecer hoy si nos empezaremos a reunir. La cita es en la casa cural a las 6:30 pm para empezar nuestro nuevo grupo de jóvenes. Aunque el dia está medio nublado y ahora mismo está cayendo una lloviznita ( ahora mismo parecemos un londres cualquiera ) espero que el señor nos ayude y nos brinde una tarde hermosa para que podamos reunirnos sin problemas. Supuestamente esta tarde estaremos aneudi, wanda, natalia, oneximo, isadora y yo .. esperamos que se nos unan mas jóvenes y asi podamos tener un grupazo.
Friday, June 03, 2005
Son Auténticos los evangelios que conocemos ?
Bueno, veamos un sencillo análisis con el que podemos demostrar, ante la insistencia de aquellos - ateos, agnosticos, etc - que opinan que nuestra fe está basada en hechos inventados por el hombre y no en la fuente divina que es el Espiritu Santo. Algo que nos puede ayudar a incrementar nuestra fe y a indicar el camino de Dios a los no creyentes.
Un libro histórico —como son los evangelios— merece credibilidad cuando reúne tres condiciones básicas: ser auténtico, verídico e íntegro. Es decir, cuando el libro fue escrito en la época y por el autor que se le atribuye (autenticidad), cuando el autor del libro conoció los sucesos que refiere y no quiere engañar a sus lectores (veracidad), y, por último, cuando ha llegado hasta nosotros sin alteración sustancial (integridad).
Y los evangelios son auténticos, en primer lugar, porque sólo un autor contemporáneo de Jesucristo o discípulo inmediato suyo pudo escribirlos: si se tiene en cuenta que en el año 70 Jerusalén fue destruida y la nación judía desterrada en masa, difícilmente un escritor posterior, con los medios que entonces tenían, habría podido describir bien los lugares; o simular los hebraísmos que figuran en el griego vulgar en que está redactado casi todo el Nuevo Testamento; o inventarse las descripciones que aparecen, tan ricas en detalles históricos, topográficos y culturales, que han sido confirmadas por los sucesivos hallazgos arqueológicos y los estudios sobre otros autores de aquel tiempo. Los hechos más notorios de la vida de Jesús son perfectamente comprobables mediante otras fuentes independientes de conocimiento histórico.
Respecto a la integridad de los evangelios, nos encontramos ante una situación privilegiada, pues desde los primeros tiempos los cristianos hicieron numerosas copias en griego y en latín, para el culto litúrgico y la lectura y meditación de las escrituras.
Gracias a ello, los testimonios documentales del Nuevo Testamento son abundantísimos: en la actualidad se conocen más de 6.000 manuscritos griegos; hay además unos 40.000 manuscritos de traducciones antiquísimas a diversas lenguas (latín, copto, armenio, etc.), que dan fe del texto griego que tuvieron a la vista los traductores; nos han llegado 1.500 leccionarios de Misas que contienen la mayor parte del texto de los evangelios distribuido en lecciones a lo largo de todo el año; y a todo ello hay que añadir las frecuentísimas citas del evangelio de escritores antiguos, que son como fragmentos de otros manuscritos anteriores perdidos para nosotros.
Toda esta variedad y extensión de testimonios de los evangelios constituye una prueba históricamente incontrovertible. Si lo comparáramos, por ejemplo, con lo que conocemos de las grandes obras clásicas, veríamos que los manuscritos más antiguos que se conservan de esas obras son mucho más distantes de la época de su autor. Por ejemplo: Virgilio (siglo V, unos 500 años después de su redacción original), Horacio (siglo VIII, más de 900 después), Platón (siglo IX, unos 1400), Julio César (siglo X, casi 1100), y Homero (siglo XI, del orden de 1900 después).
Sin embargo, hay papiros de los evangelios datados en fechas muy cercanas a su redacción original (hay que decir que hoy día, gracias a los avances de los estudios filológicos, se pueden datar con gran precisión): el Códice Alejandrino, unos 300 años después; el Códice Vaticano y el Sinaítico, unos 200; el papiro Chester Beatty, entre 125 y 150; el Bodmer, aproximadamente 100; y el papiro Rylands, finalmente, dista tan sólo 25 o 30 años.
¿Certeza total?
Ahora bien, hay quienes ponen en duda la certeza total de los evangelios ya que los manuscritos han sido muchos y muy antiguos y los copistas han podido hacer interpolaciones o deformar algunos pasajes. Sin embargo, habiendo tantísimas copias y de procedencia tan diversa (son decenas de miles, en varios idiomas y encontradas en lugares y fechas muy distantes), es facilísimo desenmascarar al copista que hace alguna alteración del texto, porque difiere de las demás copias que llegan por otras vías. Han aparecido, de hecho, un reducido número de falsificaciones o copias apócrifas; pero siempre se han detectado con facilidad, gracias a la prodigiosa coincidencia del resto de las versiones.
Así se ha venido comprobando a lo largo del propio proceso histórico de descubrimiento de los diversos manuscritos: por ejemplo, en el siglo XVI se hicieron numerosas ediciones impresas basadas en profundos estudios críticos sobre copias manuscritas, algunas de las cuales se remontaban hasta el siglo VIII, que era lo más antiguo que conocían entonces; posteriormente se encontraron códices de los siglos IV y V, y concordaban sustancialmente con aquellos textos impresos; más adelante, desde el siglo XIX hasta nuestros días, se han ido encontrando cerca de cien nuevos papiros escritos entre los siglos II y IV, la mayoría procedentes de Egipto, que han resultado coincidir también de forma realmente sorprendente con las copias que se tenían.
Teniendo en cuenta la diversísima procedencia de cada uno de esos documentos —repito que son decenas de millares—, cabe deducir que la prodigiosa coincidencia de todas las versiones que nos han llegado es un testimonio aplastante de la veneración y fidelidad con que se han conservado los evangelios a lo largo de los siglos, así como de su autenticidad e integridad indiscutibles.
El Nuevo Testamento es, sin comparación con cualquier otra obra literaria de la antigüedad, el libro mejor y más abundantemente documentado.
¿Es verdad lo que cuentan los evangelios?
Respecto a la veracidad de los evangelios, podrían señalarse multitud de razones. Pascal, refiriéndose al testimonio que dieron con su vida los primeros cristianos, señala un argumento muy sencillo y convincente: "Creo con más facilidad las historias cuyos testigos se dejan martirizar en comprobación de su testimonio".
Haber llegado a la muerte por ser fieles a las enseñanzas de los evangelios otorga a esas personas una fuerte garantía de veracidad (por lo menos, se conocen pocos mentirosos que hayan muerto por defender sus mentiras).
Por otra parte, es bastante llamativo, por ejemplo, que los evangelistas no callen sus propios defectos ni las reprensiones recibidas de su maestro, así como que relaten hechos embarazosos para los cristianos, que un falsificador podría haber ocultado. ¿Por qué no se han corregido, o al menos pulido un poco, los pasajes más delicados?
¿Qué razones hay, por ejemplo, para que se narre la traición y dramática muerte de Judas, uno de los doce apóstoles, elegido personalmente por Jesucristo? Ha habido —señala Vittorio Messori— muchas oportunidades para omitir ese episodio, que desde el inicio fue motivo de escarnio contra los cristianos (¿Qué clase de profeta es éste —ironizaba Celso—, que no sabe siquiera elegir a sus seguidores?); sin embargo, el pasaje ha llegado inalterado hasta nosotros.
La única explicación razonable es que ese hecho, por desgraciado que fuera, ocurrió realmente. Los evangelistas estaban obligados a respetar la verdad porque, de lo contrario —y dejando margen a otros motivos—, las falsificaciones habrían sido denunciadas por sus contemporáneos. Los cristianos fueron en aquellos tiempos objeto de burlas, se les consideró locos, pero no se puso en discusión que lo que predicaran no correspondiera a la verdad de lo que sucedió.
Además, puestos a inventar —continúa Messori—, difícilmente los evangelistas hubieran ideado episodios como la huida de los apóstoles ante la Pasión, la triple negación de Pedro, las palabras de Cristo en el Huerto de los Olivos o su exclamación en la cruz ("Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"), sucesos que nadie habría osado escribir si no hubieran sido escrupulosamente reales: tan contrarios eran a la idea de un Mesías, victorioso y potente, arraigada en la mentalidad hebrea de la época.
Ante contrastes de este tipo, el propio Rousseau, nada sospechoso de simpatía hacia la fe católica, solía afirmar, hablando de los evangelios: ¿Invenciones...? Amigo, así no se inventa.
La mayoría de los argumentos que en estos dos últimos siglos se han dirigido contra la veracidad de los evangelios parecen dictados por un prejuicio ideológico. Y toda esa fuerte crítica, que en algunos momentos pareció poner en crisis la fe tratando de eliminar su base histórica, ha logrado más bien, como de rebote, fortalecerla. Un gran número de sucesivos descubrimientos ha ido barriendo poco a poco toda la nube de hipótesis que se habían ido formando en su contra.
La nube que ahora flota en el ambiente es más bien la sospecha de si muchos de aquellos grandes desmitificadores de la fe no habrán resultado finalmente ser, en realidad, unos grandes inventores de mitos en torno a la interpretación de los evangelios (unos mitos que por aquellos años nadie osaba discutir). Hoy —asegura Lucien Cerfaux, prestigioso especialista de exégesis bíblica—, después de dos siglos de ensañamiento crítico, estamos descubriendo con sorpresa que, posiblemente, el modo más "científico" de leer los evangelios es leerlos con sencillez.
Un libro histórico —como son los evangelios— merece credibilidad cuando reúne tres condiciones básicas: ser auténtico, verídico e íntegro. Es decir, cuando el libro fue escrito en la época y por el autor que se le atribuye (autenticidad), cuando el autor del libro conoció los sucesos que refiere y no quiere engañar a sus lectores (veracidad), y, por último, cuando ha llegado hasta nosotros sin alteración sustancial (integridad).
Y los evangelios son auténticos, en primer lugar, porque sólo un autor contemporáneo de Jesucristo o discípulo inmediato suyo pudo escribirlos: si se tiene en cuenta que en el año 70 Jerusalén fue destruida y la nación judía desterrada en masa, difícilmente un escritor posterior, con los medios que entonces tenían, habría podido describir bien los lugares; o simular los hebraísmos que figuran en el griego vulgar en que está redactado casi todo el Nuevo Testamento; o inventarse las descripciones que aparecen, tan ricas en detalles históricos, topográficos y culturales, que han sido confirmadas por los sucesivos hallazgos arqueológicos y los estudios sobre otros autores de aquel tiempo. Los hechos más notorios de la vida de Jesús son perfectamente comprobables mediante otras fuentes independientes de conocimiento histórico.
Respecto a la integridad de los evangelios, nos encontramos ante una situación privilegiada, pues desde los primeros tiempos los cristianos hicieron numerosas copias en griego y en latín, para el culto litúrgico y la lectura y meditación de las escrituras.
Gracias a ello, los testimonios documentales del Nuevo Testamento son abundantísimos: en la actualidad se conocen más de 6.000 manuscritos griegos; hay además unos 40.000 manuscritos de traducciones antiquísimas a diversas lenguas (latín, copto, armenio, etc.), que dan fe del texto griego que tuvieron a la vista los traductores; nos han llegado 1.500 leccionarios de Misas que contienen la mayor parte del texto de los evangelios distribuido en lecciones a lo largo de todo el año; y a todo ello hay que añadir las frecuentísimas citas del evangelio de escritores antiguos, que son como fragmentos de otros manuscritos anteriores perdidos para nosotros.
Toda esta variedad y extensión de testimonios de los evangelios constituye una prueba históricamente incontrovertible. Si lo comparáramos, por ejemplo, con lo que conocemos de las grandes obras clásicas, veríamos que los manuscritos más antiguos que se conservan de esas obras son mucho más distantes de la época de su autor. Por ejemplo: Virgilio (siglo V, unos 500 años después de su redacción original), Horacio (siglo VIII, más de 900 después), Platón (siglo IX, unos 1400), Julio César (siglo X, casi 1100), y Homero (siglo XI, del orden de 1900 después).
Sin embargo, hay papiros de los evangelios datados en fechas muy cercanas a su redacción original (hay que decir que hoy día, gracias a los avances de los estudios filológicos, se pueden datar con gran precisión): el Códice Alejandrino, unos 300 años después; el Códice Vaticano y el Sinaítico, unos 200; el papiro Chester Beatty, entre 125 y 150; el Bodmer, aproximadamente 100; y el papiro Rylands, finalmente, dista tan sólo 25 o 30 años.
¿Certeza total?
Ahora bien, hay quienes ponen en duda la certeza total de los evangelios ya que los manuscritos han sido muchos y muy antiguos y los copistas han podido hacer interpolaciones o deformar algunos pasajes. Sin embargo, habiendo tantísimas copias y de procedencia tan diversa (son decenas de miles, en varios idiomas y encontradas en lugares y fechas muy distantes), es facilísimo desenmascarar al copista que hace alguna alteración del texto, porque difiere de las demás copias que llegan por otras vías. Han aparecido, de hecho, un reducido número de falsificaciones o copias apócrifas; pero siempre se han detectado con facilidad, gracias a la prodigiosa coincidencia del resto de las versiones.
Así se ha venido comprobando a lo largo del propio proceso histórico de descubrimiento de los diversos manuscritos: por ejemplo, en el siglo XVI se hicieron numerosas ediciones impresas basadas en profundos estudios críticos sobre copias manuscritas, algunas de las cuales se remontaban hasta el siglo VIII, que era lo más antiguo que conocían entonces; posteriormente se encontraron códices de los siglos IV y V, y concordaban sustancialmente con aquellos textos impresos; más adelante, desde el siglo XIX hasta nuestros días, se han ido encontrando cerca de cien nuevos papiros escritos entre los siglos II y IV, la mayoría procedentes de Egipto, que han resultado coincidir también de forma realmente sorprendente con las copias que se tenían.
Teniendo en cuenta la diversísima procedencia de cada uno de esos documentos —repito que son decenas de millares—, cabe deducir que la prodigiosa coincidencia de todas las versiones que nos han llegado es un testimonio aplastante de la veneración y fidelidad con que se han conservado los evangelios a lo largo de los siglos, así como de su autenticidad e integridad indiscutibles.
El Nuevo Testamento es, sin comparación con cualquier otra obra literaria de la antigüedad, el libro mejor y más abundantemente documentado.
¿Es verdad lo que cuentan los evangelios?
Respecto a la veracidad de los evangelios, podrían señalarse multitud de razones. Pascal, refiriéndose al testimonio que dieron con su vida los primeros cristianos, señala un argumento muy sencillo y convincente: "Creo con más facilidad las historias cuyos testigos se dejan martirizar en comprobación de su testimonio".
Haber llegado a la muerte por ser fieles a las enseñanzas de los evangelios otorga a esas personas una fuerte garantía de veracidad (por lo menos, se conocen pocos mentirosos que hayan muerto por defender sus mentiras).
Por otra parte, es bastante llamativo, por ejemplo, que los evangelistas no callen sus propios defectos ni las reprensiones recibidas de su maestro, así como que relaten hechos embarazosos para los cristianos, que un falsificador podría haber ocultado. ¿Por qué no se han corregido, o al menos pulido un poco, los pasajes más delicados?
¿Qué razones hay, por ejemplo, para que se narre la traición y dramática muerte de Judas, uno de los doce apóstoles, elegido personalmente por Jesucristo? Ha habido —señala Vittorio Messori— muchas oportunidades para omitir ese episodio, que desde el inicio fue motivo de escarnio contra los cristianos (¿Qué clase de profeta es éste —ironizaba Celso—, que no sabe siquiera elegir a sus seguidores?); sin embargo, el pasaje ha llegado inalterado hasta nosotros.
La única explicación razonable es que ese hecho, por desgraciado que fuera, ocurrió realmente. Los evangelistas estaban obligados a respetar la verdad porque, de lo contrario —y dejando margen a otros motivos—, las falsificaciones habrían sido denunciadas por sus contemporáneos. Los cristianos fueron en aquellos tiempos objeto de burlas, se les consideró locos, pero no se puso en discusión que lo que predicaran no correspondiera a la verdad de lo que sucedió.
Además, puestos a inventar —continúa Messori—, difícilmente los evangelistas hubieran ideado episodios como la huida de los apóstoles ante la Pasión, la triple negación de Pedro, las palabras de Cristo en el Huerto de los Olivos o su exclamación en la cruz ("Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"), sucesos que nadie habría osado escribir si no hubieran sido escrupulosamente reales: tan contrarios eran a la idea de un Mesías, victorioso y potente, arraigada en la mentalidad hebrea de la época.
Ante contrastes de este tipo, el propio Rousseau, nada sospechoso de simpatía hacia la fe católica, solía afirmar, hablando de los evangelios: ¿Invenciones...? Amigo, así no se inventa.
La mayoría de los argumentos que en estos dos últimos siglos se han dirigido contra la veracidad de los evangelios parecen dictados por un prejuicio ideológico. Y toda esa fuerte crítica, que en algunos momentos pareció poner en crisis la fe tratando de eliminar su base histórica, ha logrado más bien, como de rebote, fortalecerla. Un gran número de sucesivos descubrimientos ha ido barriendo poco a poco toda la nube de hipótesis que se habían ido formando en su contra.
La nube que ahora flota en el ambiente es más bien la sospecha de si muchos de aquellos grandes desmitificadores de la fe no habrán resultado finalmente ser, en realidad, unos grandes inventores de mitos en torno a la interpretación de los evangelios (unos mitos que por aquellos años nadie osaba discutir). Hoy —asegura Lucien Cerfaux, prestigioso especialista de exégesis bíblica—, después de dos siglos de ensañamiento crítico, estamos descubriendo con sorpresa que, posiblemente, el modo más "científico" de leer los evangelios es leerlos con sencillez.
Preguntas Frecuentes sobre el Islam
Es bueno, que nosotros los cristianos católicos, estemos enterados sobre los conceptos básicos del Islam, la religión de los musulmanes. Estas sencillas FAQ nos ayudarán a entender mejor este dogma.
1.-¿Qué significa la palabra Islam y cuándo aparece el Islam?
La palabra Islam quiere decir entrega, abandono de sí mismo a Allah. El Islam es la sumisión a Allah. El Islam aparece en el año 610 de la era cristiana en el desierto arábico. Fue fundado por Mahoma, aunque los musulmanes no aceptan esto; para ellos no es Mahoma sino Allah quien fundó el Islam a través de él. Mahoma no es el equivalente de Cristo. Jamás Mahoma afirmó ser Dios, sino el transmisor de la revelación que Allah trae a los hombres. El nombre Mahoma significa en español: el elogiado, el ensalzado.
2.- ¿Los musulmanes son cristianos?
No. Ellos no creen que Jesucristo es Dios. Para los musulmanes Dios solamente es uno, por tanto no aceptan, ni jamás aceptarán la Santísima Trinidad, a la que consideran como una blasfemia contra Allah, el Único. A Jesús sólo lo aceptan como a un profeta anterior a Mahoma.
3.- ¿En qué creen? ¿Tienen algún credo?
Ellos creen por encima de todo que hay un solo y único Dios. Tienen una especie de credo que lo proclaman cinco veces al día: el almuecín que dice: "¡No hay ningún dios a excepción de Allah. Muhammad es el Enviado de Allah!" Esto es lo que tiene que creer una persona para convertirse en musulmán. En árabe Dios se dice Allah.
4.- ¿Por qué se ve tan frecuentemente el color verde en el Islam?
El color verde es el color del Islam. Mahoma lo elogia y los musulmanes creen que las almas de los mártires del Islam entrarán al Paraíso bajo la forma de aves de color verde.
5.- ¿Tienen alguna escritura sagrada?
Sí, el Corán. La palabra Corán significa lectura, proclamación. Para los creyentes musulmanes el Corán es el libro sagrado donde se recogen las palabras de Allah, comunicada a Mahoma por el arcángel Gabriel como mediador. El Corán está formado por 114 suras o capítulos y tiene 6.226 aya, aleyas o versículos. Los capítulos del Corán están ordenados de mayor a menor, excepto la primera sura que es una súplica a Allah y las dos últimas, que son fórmulas mágicas para proteger el texto sagrado. Las suras o capítulos no tienen un orden ni lógico ni histórico. Se tratan muchos temas e incluso hace referencia a acontecimientos del Antiguo Testamento de la Biblia. El Corán se imprimió por primera vez en Europa en el siglo XVI, y en tierras musulmanas, en el año 1787. En el año 1923 en el Cairo se fijó el Corán actual para todo el mundo islámico; lo hizo el rey Fuad I, es la llamada edición del rey Fuad. A los musulmanes no les gusta que el Corán sea traducido a otras lenguas ya que, según ellos, esto hace perder el hechizo misterioso que le da la lengua árabe.
6.- ¿Por qué siempre vemos esa unidad entre Islam y política?
En esto hay una diferencia grande con nosotros los cristianos. Para nosotros la fe es una opción personal y una gracia de Dios, en cambio, en el mundo musulmán Islam y política es lo mismo, van unidos. Tienen en este aspecto un sistema que intenta ser teocrático.
7.- ¿El Islam tiene sacerdotes, iglesias, sacramentos, como en la Iglesia católica?
No. No existe ningún tipo de sacerdocio ni sacramentos ni casta sacerdotal. Los laicos son los que realizan las distintas acciones del ritual islámico. No tienen ninguna jerarquía ni ningún magisterio. Cuando oímos hablar de visires, ayatollahs, muftíes, cadíes, imanes, ulemas, jeques y almuecines, etc… nos están hablando de personas que para el mundo musulmán ostentan un poder y un prestigio espiritual muy real, pero no podemos concebirles como sacerdotes. No tienen iglesias. Tienen mezquitas que son lugares de reunión para adorar y lugares de postración. Un musulmán va a la mezquita no sólo a orar o a escuchar la predicación coránica, sino también puede ir para discutir de política, para echarse una siesta o a cambiar impresiones sobre diversos asuntos, incluso cosas sin mayor importancia. Para los musulmanes tiene gran importancia el sentido de pertenencia a una comunidad: la del mundo musulmán.
8.- ¿Qué calendario usan los musulmanes?
Existen varios calendarios. Los cristianos usamos el calendario gregoriano que es el solar. Los musulmanes utilizan el calendario musulmán, que es lunar. Ellos cuentan los años a partir de la Hégira (la Hégira es el viaje que Mahoma hace de la Meca a Medina) en el año 622 de nuestra era. Para los musulmanes el calendario hegiriano comienza el 16 de julio del 622. Para pasar de un calendario a otro hay que hacer unos simples cálculos. Para pasar del calendario musulmán al calendario gregoriano (al nuestro), se multiplica la cifra del año por 0,97 (diferencia entre el año lunar y el solar) y se añade 622. Veamos un ejemplo: El año 1420 de la era hegiriana es el 1420 x 0,97 = 1377 + 622 = 1999 de nuestra era. Pasar del calendario gregoriano al calendario musulmán se hace de la siguiente manera: se resta 622 de la cifra del año y se divide por 0,97: El año 1999 de la era cristiana es el 1999-622 = 1377:0,97 = 1420 de la era hegiriana.
9.- ¿Cómo se convierte una persona al Islam? ¿Tienen también el bautismo o algún rito de iniciación?
No tienen ningún tipo de bautismo para formar parte de la fe musulmana. Solamente hace falta que una persona recite el credo musulmán que es muy sencillo y muy simple de recordar y que dice: "No hay más dios que Allah y Mahoma es su Enviado" (7,158). Esto es suficiente. En esto, ya lo hemos visto, es lo que cree el Islam como su base y único dogma. Cuando una persona recita este credo ante dos testigos y expresa su voluntad de ser islámico ya forma parte de esa comunidad.
10.- En materia religiosa, ¿qué piensan los musulmanes de los cristianos?
Ellos creen de nosotros que adoramos a tres dioses (Misterio de la Santísima Trinidad). Entienden que el cristianismo es una deformación; es más, los musulmanes creen que ellos son los auténticos discípulos de Jesús, los únicos que han comprendido su doctrina y que le son fieles. En varios países islámicos está prohibida la edición, la comercialización e incluso la lectura de la Biblia bajo pena de cárcel. El buscar adeptos para el cristianismo está castigado incluso con la pena de muerte. Los musulmanes dicen que nosotros hemos falsificado la palabra de Dios.
11.- ¿Cuál es la ley por la que se rige el mundo musulmán?
Ellos tienen una ley a la que llaman la Sharia. En muchos países árabes han institucionalizado la Sharia como única y exclusiva ley que rige la vida de los habitantes y de los visitantes de ese lugar. Sharia significa el camino o la calle. Es por tanto el camino por el cual va un creyente para hacer la voluntad de Allah. Son como una especie de mandamientos que los musulmanes tienen que cumplir. Muchas personas no musulmanas se extrañan cuando ven las prescripciones hasta en las más mínimas cosas, que tiene que realizar un creyente en Allah. La Sharia tiene su base en el Corán. Para las cosas que no vienen indicadas en el libro sagrado, ellos disponen de la Sunna o tradición, que es la que tiene que ver qué debe hacer cada musulmán en los actos no previstos en el Corán. La ley la administran los teólogos, en especial en los países que han adoptado la Sharia como ley.
12.- ¿Qué obligaciones tiene un creyente musulmán?
Tienen cinco obligaciones:
1. Recitar la shahada o credo musulmán: "¡No hay más dios que Allah y Mahoma es el enviado de Allah!" Los almuecines la proclaman desde los minaretes cinco veces al día. Los creyentes tienen que repetirla a lo largo de la jornada.
2. Hacer las plegarias al alba, al mediodía, al anochecer y por la noche. Las plegarias se hacen individualmente, excepto el viernes a mediodía , que es cuando los hombres deben de reunirse en la mezquita. Se debe hacer en lengua árabe, sobre una alfombra, descalzo y orientado hacia la Meca. Hay que purificarse lavándose con agua o arena. El estado de impureza legal de la mujer —la menstruación— la dispensa de rezar, de hacer el remadán y de la peregrinación. Los viernes al mediodía los hombres van a la mezquita para la plegaria, presidida ordinariamente por un imán, que es como un delegado de la comunidad. El imán de cada mezquita es elegido por la gente del barrio.
3. Dar la limosna legal. Hay tres clases de limosnas:
- limosna legal: es la única obligatoria, que viene a ser como una especie de impuesto religioso.
- limosna privada: el Corán habla de ella con frecuencia y que se tiene que dar incluso a un no creyente musulmán.
- las donaciones que se hacen para favorecer al Islam: construir mezquitas, escuelas coránicas, beneficencia, etc…
4. El ramadán. El ayuno anual. Durante el mes del ramadán los musulmanes tienen el deber de hacer ayuno, o sea, no comer, ni beber, ni fumar, ni mantener relaciones sexuales, desde el amanecer hasta el ocaso. A partir de este momento, el ayuno finaliza y todo lo prohibido vuelve a estar permitido. El ayuno tiene casi el mismo sentido que la limosna: el desprenderse de los bienes de este mundo por la privación.
5. La peregrinación a la Meca. La debe hacer todo musulmán que tenga buena salud y que disponga de medios económicos, por lo menos una vez en la vida. Allí realizan tres ritos fundamentales:
- Dan siete vueltas al santuario en sentido contrario al recorrido solar y luego recorren siete veces en camino de ida y vuelta el espacio que separa las dos colinas que la rodean.
- A los ocho días van a la llanura de Arafa,t a 25 kms. de la Meca , donde pasan rezando todo el noveno día. Por la noche van al torrente de Mina y allí todo el mundo lapida tres estelas que representan al Diablo lapidado. Luego se sacrifican los corderos.
- La veneración de la Piedra Negra.
Para muchos musulmanes hay, además de estas cinco prescripciones, una más: la llamada al-yihad o Guerra Santa. No todos los musulmanes piensan así. La Guerra Santa se considera como una obligación del conjunto de la comunidad musulmana y no como un deber individual.
13.- ¿Qué otras diferencias existen entre los musulmanes y los cristianos?
Son muchas las perspectivas y la forma de entender a la persona humana. Ambas religiones parten de postulados totalmente distintos, por eso las diferencias son muy acentuadas. Veamos algunas de ellas:
El Islam no mira nada bien la soltería, incluso desfavorece el celibato y lo ve como algo negativo. La sexualidad está para pasarlo bien, sobre todo el hombre. La soltería es sinónimo de egoísmo y de esterilidad. Los musulmanes piensan que en el Paraíso en el más allá, cada hombre musulmán disfrutará eternamente de cuatro bellas huríes.
Los matrimonios no son ni un sacramento ni un matrimonio civil. Se parece más a un contrato de compraventa. No olvides que el Islam también le da al placer carnal un sentido religioso. Tienen un matrimonio forzado, donde la mujer no elige a su marido sino que es un tercero quien les une. La mujer sólo puede heredar la mitad en relación al hombre. El marido puede repudiar a la mujer cuando le plazca y no tiene que dar cuentas a nadie de tal decisión. Tienen también un tipo de matrimonio que podríamos denominar temporal, ya que se puede contraer por meses, semanas o días.
A las mujeres musulmanas se les prohibe contraer matrimonio con un no musulmán. Si una musulmana enamorada de un cristiano se quiere casar con él, el cristiano debe antes hacerse musulmán.
Los hombres musulmanes pueden casarse con una mujer judía o cristiana. El cristiano en cambio no puede casarse con una musulmana.
Se valora mucho la familia que es el núcleo fuerte del Corán.
Aceptan la poligamia.
En el derecho musulmán, un cristiano no hereda jamás de un musulmán; recíprocamente, el marido musulmán no será nunca el heredero de su mujer cristiana.
14.- Otros elementos que diferencia al mundo musulmán y cristiano.
La lapidación a la mujer en caso de adulterio probado.
La mujer islámica está obligada a llevar el velo (el hiyab o shador); el motivo es para que la mujer musulmana esté protegida de la mirada perversa del hombre. En los países fundamentalistas es totalmente obligatorio, ya que creen que las mujeres que no lo llevan son depravadas, como es el caso de las cristianas…
Todo en el mundo musulmán tiene un componente netamente religioso. El comer también. Ellos distinguen entre alimentos puros e impuros. No comen carne de cerdo ni sus derivados, en especial su grasa.
No toman bebidas alcohólicas ni, por supuesto, drogas.
A los ladrones se les corta las manos.
La apostasía del Islam es un hecho grave sancionado con la pena de muerte.
15. ¿Qué es lo que dice la Iglesia con respecto al mundo musulmán?
La Iglesia mira también con aprecio a los Musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres, a cuyos ocultos designios procuran también someterse con toda el alma, como se sometió a Dios Abraham con quien la fe islámica gustosamente se relaciona. Veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen como Dios; honran a María su Madre virginal y a veces también la invocan devotamente. Esperan además el día del juicio, cuando Dios remunerará a todos los hombres resucitados. Por tanto aprecian la vida moral y honran a Dios sobre todo con la oración, las limosnas y el ayuno.
Si en el transcurso de los siglos surgieron no pocas desavenencias y enemistades entre cristianos y Musulmanes, el Sagrado Concilio exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, procuren sinceramente la mutua comprensión, defiendan y promuevan unidos la justicia social, los bienes morales, la paz y libertad para todos los hombres
1.-¿Qué significa la palabra Islam y cuándo aparece el Islam?
La palabra Islam quiere decir entrega, abandono de sí mismo a Allah. El Islam es la sumisión a Allah. El Islam aparece en el año 610 de la era cristiana en el desierto arábico. Fue fundado por Mahoma, aunque los musulmanes no aceptan esto; para ellos no es Mahoma sino Allah quien fundó el Islam a través de él. Mahoma no es el equivalente de Cristo. Jamás Mahoma afirmó ser Dios, sino el transmisor de la revelación que Allah trae a los hombres. El nombre Mahoma significa en español: el elogiado, el ensalzado.
2.- ¿Los musulmanes son cristianos?
No. Ellos no creen que Jesucristo es Dios. Para los musulmanes Dios solamente es uno, por tanto no aceptan, ni jamás aceptarán la Santísima Trinidad, a la que consideran como una blasfemia contra Allah, el Único. A Jesús sólo lo aceptan como a un profeta anterior a Mahoma.
3.- ¿En qué creen? ¿Tienen algún credo?
Ellos creen por encima de todo que hay un solo y único Dios. Tienen una especie de credo que lo proclaman cinco veces al día: el almuecín que dice: "¡No hay ningún dios a excepción de Allah. Muhammad es el Enviado de Allah!" Esto es lo que tiene que creer una persona para convertirse en musulmán. En árabe Dios se dice Allah.
4.- ¿Por qué se ve tan frecuentemente el color verde en el Islam?
El color verde es el color del Islam. Mahoma lo elogia y los musulmanes creen que las almas de los mártires del Islam entrarán al Paraíso bajo la forma de aves de color verde.
5.- ¿Tienen alguna escritura sagrada?
Sí, el Corán. La palabra Corán significa lectura, proclamación. Para los creyentes musulmanes el Corán es el libro sagrado donde se recogen las palabras de Allah, comunicada a Mahoma por el arcángel Gabriel como mediador. El Corán está formado por 114 suras o capítulos y tiene 6.226 aya, aleyas o versículos. Los capítulos del Corán están ordenados de mayor a menor, excepto la primera sura que es una súplica a Allah y las dos últimas, que son fórmulas mágicas para proteger el texto sagrado. Las suras o capítulos no tienen un orden ni lógico ni histórico. Se tratan muchos temas e incluso hace referencia a acontecimientos del Antiguo Testamento de la Biblia. El Corán se imprimió por primera vez en Europa en el siglo XVI, y en tierras musulmanas, en el año 1787. En el año 1923 en el Cairo se fijó el Corán actual para todo el mundo islámico; lo hizo el rey Fuad I, es la llamada edición del rey Fuad. A los musulmanes no les gusta que el Corán sea traducido a otras lenguas ya que, según ellos, esto hace perder el hechizo misterioso que le da la lengua árabe.
6.- ¿Por qué siempre vemos esa unidad entre Islam y política?
En esto hay una diferencia grande con nosotros los cristianos. Para nosotros la fe es una opción personal y una gracia de Dios, en cambio, en el mundo musulmán Islam y política es lo mismo, van unidos. Tienen en este aspecto un sistema que intenta ser teocrático.
7.- ¿El Islam tiene sacerdotes, iglesias, sacramentos, como en la Iglesia católica?
No. No existe ningún tipo de sacerdocio ni sacramentos ni casta sacerdotal. Los laicos son los que realizan las distintas acciones del ritual islámico. No tienen ninguna jerarquía ni ningún magisterio. Cuando oímos hablar de visires, ayatollahs, muftíes, cadíes, imanes, ulemas, jeques y almuecines, etc… nos están hablando de personas que para el mundo musulmán ostentan un poder y un prestigio espiritual muy real, pero no podemos concebirles como sacerdotes. No tienen iglesias. Tienen mezquitas que son lugares de reunión para adorar y lugares de postración. Un musulmán va a la mezquita no sólo a orar o a escuchar la predicación coránica, sino también puede ir para discutir de política, para echarse una siesta o a cambiar impresiones sobre diversos asuntos, incluso cosas sin mayor importancia. Para los musulmanes tiene gran importancia el sentido de pertenencia a una comunidad: la del mundo musulmán.
8.- ¿Qué calendario usan los musulmanes?
Existen varios calendarios. Los cristianos usamos el calendario gregoriano que es el solar. Los musulmanes utilizan el calendario musulmán, que es lunar. Ellos cuentan los años a partir de la Hégira (la Hégira es el viaje que Mahoma hace de la Meca a Medina) en el año 622 de nuestra era. Para los musulmanes el calendario hegiriano comienza el 16 de julio del 622. Para pasar de un calendario a otro hay que hacer unos simples cálculos. Para pasar del calendario musulmán al calendario gregoriano (al nuestro), se multiplica la cifra del año por 0,97 (diferencia entre el año lunar y el solar) y se añade 622. Veamos un ejemplo: El año 1420 de la era hegiriana es el 1420 x 0,97 = 1377 + 622 = 1999 de nuestra era. Pasar del calendario gregoriano al calendario musulmán se hace de la siguiente manera: se resta 622 de la cifra del año y se divide por 0,97: El año 1999 de la era cristiana es el 1999-622 = 1377:0,97 = 1420 de la era hegiriana.
9.- ¿Cómo se convierte una persona al Islam? ¿Tienen también el bautismo o algún rito de iniciación?
No tienen ningún tipo de bautismo para formar parte de la fe musulmana. Solamente hace falta que una persona recite el credo musulmán que es muy sencillo y muy simple de recordar y que dice: "No hay más dios que Allah y Mahoma es su Enviado" (7,158). Esto es suficiente. En esto, ya lo hemos visto, es lo que cree el Islam como su base y único dogma. Cuando una persona recita este credo ante dos testigos y expresa su voluntad de ser islámico ya forma parte de esa comunidad.
10.- En materia religiosa, ¿qué piensan los musulmanes de los cristianos?
Ellos creen de nosotros que adoramos a tres dioses (Misterio de la Santísima Trinidad). Entienden que el cristianismo es una deformación; es más, los musulmanes creen que ellos son los auténticos discípulos de Jesús, los únicos que han comprendido su doctrina y que le son fieles. En varios países islámicos está prohibida la edición, la comercialización e incluso la lectura de la Biblia bajo pena de cárcel. El buscar adeptos para el cristianismo está castigado incluso con la pena de muerte. Los musulmanes dicen que nosotros hemos falsificado la palabra de Dios.
11.- ¿Cuál es la ley por la que se rige el mundo musulmán?
Ellos tienen una ley a la que llaman la Sharia. En muchos países árabes han institucionalizado la Sharia como única y exclusiva ley que rige la vida de los habitantes y de los visitantes de ese lugar. Sharia significa el camino o la calle. Es por tanto el camino por el cual va un creyente para hacer la voluntad de Allah. Son como una especie de mandamientos que los musulmanes tienen que cumplir. Muchas personas no musulmanas se extrañan cuando ven las prescripciones hasta en las más mínimas cosas, que tiene que realizar un creyente en Allah. La Sharia tiene su base en el Corán. Para las cosas que no vienen indicadas en el libro sagrado, ellos disponen de la Sunna o tradición, que es la que tiene que ver qué debe hacer cada musulmán en los actos no previstos en el Corán. La ley la administran los teólogos, en especial en los países que han adoptado la Sharia como ley.
12.- ¿Qué obligaciones tiene un creyente musulmán?
Tienen cinco obligaciones:
1. Recitar la shahada o credo musulmán: "¡No hay más dios que Allah y Mahoma es el enviado de Allah!" Los almuecines la proclaman desde los minaretes cinco veces al día. Los creyentes tienen que repetirla a lo largo de la jornada.
2. Hacer las plegarias al alba, al mediodía, al anochecer y por la noche. Las plegarias se hacen individualmente, excepto el viernes a mediodía , que es cuando los hombres deben de reunirse en la mezquita. Se debe hacer en lengua árabe, sobre una alfombra, descalzo y orientado hacia la Meca. Hay que purificarse lavándose con agua o arena. El estado de impureza legal de la mujer —la menstruación— la dispensa de rezar, de hacer el remadán y de la peregrinación. Los viernes al mediodía los hombres van a la mezquita para la plegaria, presidida ordinariamente por un imán, que es como un delegado de la comunidad. El imán de cada mezquita es elegido por la gente del barrio.
3. Dar la limosna legal. Hay tres clases de limosnas:
- limosna legal: es la única obligatoria, que viene a ser como una especie de impuesto religioso.
- limosna privada: el Corán habla de ella con frecuencia y que se tiene que dar incluso a un no creyente musulmán.
- las donaciones que se hacen para favorecer al Islam: construir mezquitas, escuelas coránicas, beneficencia, etc…
4. El ramadán. El ayuno anual. Durante el mes del ramadán los musulmanes tienen el deber de hacer ayuno, o sea, no comer, ni beber, ni fumar, ni mantener relaciones sexuales, desde el amanecer hasta el ocaso. A partir de este momento, el ayuno finaliza y todo lo prohibido vuelve a estar permitido. El ayuno tiene casi el mismo sentido que la limosna: el desprenderse de los bienes de este mundo por la privación.
5. La peregrinación a la Meca. La debe hacer todo musulmán que tenga buena salud y que disponga de medios económicos, por lo menos una vez en la vida. Allí realizan tres ritos fundamentales:
- Dan siete vueltas al santuario en sentido contrario al recorrido solar y luego recorren siete veces en camino de ida y vuelta el espacio que separa las dos colinas que la rodean.
- A los ocho días van a la llanura de Arafa,t a 25 kms. de la Meca , donde pasan rezando todo el noveno día. Por la noche van al torrente de Mina y allí todo el mundo lapida tres estelas que representan al Diablo lapidado. Luego se sacrifican los corderos.
- La veneración de la Piedra Negra.
Para muchos musulmanes hay, además de estas cinco prescripciones, una más: la llamada al-yihad o Guerra Santa. No todos los musulmanes piensan así. La Guerra Santa se considera como una obligación del conjunto de la comunidad musulmana y no como un deber individual.
13.- ¿Qué otras diferencias existen entre los musulmanes y los cristianos?
Son muchas las perspectivas y la forma de entender a la persona humana. Ambas religiones parten de postulados totalmente distintos, por eso las diferencias son muy acentuadas. Veamos algunas de ellas:
El Islam no mira nada bien la soltería, incluso desfavorece el celibato y lo ve como algo negativo. La sexualidad está para pasarlo bien, sobre todo el hombre. La soltería es sinónimo de egoísmo y de esterilidad. Los musulmanes piensan que en el Paraíso en el más allá, cada hombre musulmán disfrutará eternamente de cuatro bellas huríes.
Los matrimonios no son ni un sacramento ni un matrimonio civil. Se parece más a un contrato de compraventa. No olvides que el Islam también le da al placer carnal un sentido religioso. Tienen un matrimonio forzado, donde la mujer no elige a su marido sino que es un tercero quien les une. La mujer sólo puede heredar la mitad en relación al hombre. El marido puede repudiar a la mujer cuando le plazca y no tiene que dar cuentas a nadie de tal decisión. Tienen también un tipo de matrimonio que podríamos denominar temporal, ya que se puede contraer por meses, semanas o días.
A las mujeres musulmanas se les prohibe contraer matrimonio con un no musulmán. Si una musulmana enamorada de un cristiano se quiere casar con él, el cristiano debe antes hacerse musulmán.
Los hombres musulmanes pueden casarse con una mujer judía o cristiana. El cristiano en cambio no puede casarse con una musulmana.
Se valora mucho la familia que es el núcleo fuerte del Corán.
Aceptan la poligamia.
En el derecho musulmán, un cristiano no hereda jamás de un musulmán; recíprocamente, el marido musulmán no será nunca el heredero de su mujer cristiana.
14.- Otros elementos que diferencia al mundo musulmán y cristiano.
La lapidación a la mujer en caso de adulterio probado.
La mujer islámica está obligada a llevar el velo (el hiyab o shador); el motivo es para que la mujer musulmana esté protegida de la mirada perversa del hombre. En los países fundamentalistas es totalmente obligatorio, ya que creen que las mujeres que no lo llevan son depravadas, como es el caso de las cristianas…
Todo en el mundo musulmán tiene un componente netamente religioso. El comer también. Ellos distinguen entre alimentos puros e impuros. No comen carne de cerdo ni sus derivados, en especial su grasa.
No toman bebidas alcohólicas ni, por supuesto, drogas.
A los ladrones se les corta las manos.
La apostasía del Islam es un hecho grave sancionado con la pena de muerte.
15. ¿Qué es lo que dice la Iglesia con respecto al mundo musulmán?
La Iglesia mira también con aprecio a los Musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres, a cuyos ocultos designios procuran también someterse con toda el alma, como se sometió a Dios Abraham con quien la fe islámica gustosamente se relaciona. Veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen como Dios; honran a María su Madre virginal y a veces también la invocan devotamente. Esperan además el día del juicio, cuando Dios remunerará a todos los hombres resucitados. Por tanto aprecian la vida moral y honran a Dios sobre todo con la oración, las limosnas y el ayuno.
Si en el transcurso de los siglos surgieron no pocas desavenencias y enemistades entre cristianos y Musulmanes, el Sagrado Concilio exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, procuren sinceramente la mutua comprensión, defiendan y promuevan unidos la justicia social, los bienes morales, la paz y libertad para todos los hombres
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