Semejante afirmación muchas veces es tomada como radical por diversos sectores de nuestra Iglesia, a los cuáles les es mas lícito tapar la vista y no mirar los caminos que toma la historia, para así continuar viviendo de una manera cómoda de los beneficios que tienen actualmente.
Se nos incita a conformarnos con lo que hay, a entender que “eso siempre será así mi hijo, no hay forma de cambiarlo”, a pretender que la Iglesia no debe inmiscuirse en cuestiones que a muchos les parecen políticas, pero que a otros nos parecen la natural forma de actuar de aquellos que hemos sido llamados por Jesús a continuar su camino liberador a “predicar el evangelio a los pobres; a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar a los cautivos su libertad, a los ciegos la vista; y a proclamar el año de gracia del Señor”.
Que más mandato que este del Señor, que nos envía a “proclamar la Buena Noticia” a todos los confines de la tierra. Y que más Buena Noticia, que decirle a los débiles que podemos luchar contra los sistemas, las inequidades, y todas las actitudes que permiten que en la creación de Dios, persistan injusticias, abusos, explotaciones ... que el hombre siga todavía a esta altura del juego sirviéndose de su hermano para enriquecerse.
Recordemos que significaba en la tradición hebrea el año de gracia del Señor al que se refiere Jesús, que era un año, el 7mo cada período, donde las deudas eran perdonadas, los esclavos liberados y se empezaba todo desde cero. (Deut 15, 1-6)
Monseñor Pedro Casaldáliga nos lo dice convencido totalmente de esto: “La Opción por los Pobres sigue siendo la opción por los pobres, textualmente. Quiero decir: sigue siendo una conciencia de que los pobres son la opción del mismo Dios, el Dios de Jesús. La biblia entera, y, sobre todo, la palabra, la vida, la muerte y la resurrección de Jesús, nos confirman en esta conciencia teológica, teologal, de que Dios optó, opta y seguirá optando por los pobres, sus hijos -mayoría- prohibidos de ser plenamente humanos, por sistemas de prepotencia y de marginación.”
Luchemos pues para ayudar a liberar a nuestros hermanos de las ataduras que impiden a unos ver la voluntad de Dios, y a otros gozar de la plena participación en el Reinado de Dios.
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