Friday, June 29, 2007

Maestro, Que Pueda Ver !!

Fue la única respuesta de Bartimeo, frente a la pregunta de Jesús, ¿qué quieres que haga por ti?

Tal vez hoy, sea ése el ruego de mucha, muchísima gente, que como el ciego, grita en silencio, conciente o no de una ceguera que en este momento de la historia, ya no puede o no debe existir.


Durante muchos siglos la Palabra fue propiedad privada de "los elegidos". Los sencillos," los comunes ", las grandes multitudes que formamos el Pueblo de Dios, no accedimos a ella, y cuando reflexiono sobre el por qué, tengo una muy fea sospecha, "Cuidado con esa semilla, que puede germinar".


En este momento de la historia, donde hasta el niño de ocho años, conoce cuando sus derechos son pisoteados, porque en la escuela, sus maestros se los enseñan, ya no podemos ni queremos permanecer ciegos, no nos alcanza con escuchar la Palabra pasivamente en la misa, ni escuchar sólo el comentario que hace de ella el celebrante. Eso es sólo una parte, que ayuda, sí, pero no es todo, porque mil celebrantes, mil interpretaciones diferentes. Nosotros, los laicos, los que trabajamos en nuestras parroquias porque queremos el Reino, ya, desde aquí y ahora, los que ni siquiera podemos leer el Evangelio en las misas, somos seres pensantes, reflexivos, (no sabremos latín, pero sí sabemos leer, proclamar, expresar, saborear las palabras) muy capaces de interpretar el mensaje de Dios y ponerlo en práctica, porque también somos elegidos por Él, amamos a Jesús y recibimos su amor permanentemente.


¿Es necesario que esto se diga?, pues sí, es muy necesario, porque hay momentos, muchísimos, en que parece que somos transparentes. Nosotros no queremos el poder, no ambicionamos ocupar ningún lugar especial, porque Dios nos llamó para otra tarea, para formar su Reino desde nuestros trabajos, nuestras familias, nuestros amigos, pero sí queremos ayudar y ayudar es también participar, opinar, construir también con nuestras voces de gente de la calle, con formación de vida, formación de Dios.


Hoy, estamos aún afuera, sabiendo que Jesús nos mueve, nos inspira, nos exige amorosamente.

Como Bartimeo, pedimos la luz para nuestros ojos, Él nos cura, lo vemos, lo reconocemos, sabemos cuándo es su voz la que nos guía, ¿entonces?, ¿qué nos impide ir también formando el camino?, ¿tenemos que seguir, como ciegos, siendo tantos, siguiendo el camino que poquitos van trazando? ¿No será que entre muchos, entre todos y con todos, podremos hacer la tarea mejor? Más aún en mi país, donde si nos subiéramos a una montaña, podríamos ver el rostro de cada uno.

Sembrar la Semilla del Reino

Echar la semilla, sembrarla… es ponerse enteramente ante Dios, exponerse a colaborar en su plan de construcción del Reino. No tenemos, ni planes de diseño ni planos del proyecto. Pensamos que floreceremos como rosas, margaritas, naranjas o plátanos según “nuestro” plan y “nuestros” esquemas, y al final puede que la planta resulte trigo, maíz, caña de azúcar, algodón o papa… ¡qué más da!


Cada uno será la planta que esté llamada a ser porque lo que importa no es qué quiero sino lo que Dios quiere que yo quiera, en libertad y confianza. La paz interior llega al descubrir la opción vocacional y, aún sintiendo extrañeza, se ve que no podría ser de otra manera.

Hay un camino que es la vida entera, para ir desmontando la imagen de lo que creemos ser, dejando a un lado lo que soñamos ser, hasta llegar a lo que estamos llamados a ser. Quiero compartir un sabio consejo por si a alguien puede servirle como a mí me sirvió: “Es más importante sembrar la semilla que preocuparnos por ver si tenemos o no los colores de la planta que resultará al final. Plantemos y reguemos que el Señor hará crecer”.

Sembrémonos como pequeñas semillas para la construcción del Reino y cedamos el control… ese que creemos tener.

Monday, June 18, 2007

La Teología Revolucionaria de San Romero de América

Otro artículo del Sacerdote Luis Barrios. Sin desperdicios !!

Durante esta semana pasada estuve discutiendo con un grupo de estudiantes la posibilidad de poder construir un mundo diferente, en donde podamos garantizar la paz con justicia. Esto como una alternativa al desastre político, económico, social y espiritual que el gobierno terrorista del presidente George W. Bush sigue repartiendo por todo el mundo. En un consenso colectivo llegamos a la conclusión que es posible ese proyecto.

Asimismo, discutimos la manera en que nuestra fe también puede ser una motivación positiva para lograr un despertar de la conciencia crítica y de clase del pueblo, organizarles y movilizarles hacia la construcción de esa realidad. Dentro de esta discusión fue que discutimos los aportes de la teología revolucionaria de nuestro Monseñor Oscar Romero, para nosotros; San Romero de Las Américas.

¿Cuáles son entonces algunos aportes de la teología revolucionaria de San Romero de Las Américas? Por un lado San Romero se atrevió a decir lo que la mayoría de los líderes religiosos o políticos no se atreven a decir: “Yo tengo que escuchar qué dice el Espíritu por medio de su pueblo y, entonces, sí, recibir del pueblo y analizarlo y junto con el pueblo hacerlo construcción de la Iglesia”.

O sea, el pueblo es por un lado el termómetro que nos dice la temperatura y por otro lado el termostato que va a regular esa temperatura. Estar con el pueblo debe de dejar como resultado nuestra humanización. De aquí el que San Romero fundamentó su ministerio en el principio que “antes de ser un cristiano tenemos que ser muy humanos…” De hecho, nuestra espiritualidad se proyecta a través de nuestra humanidad. O sea, mientras más humanos somos, mayor nuestra espiritualidad. La humanidad de San Romero lo convirtió en un santo. No fue la manera de morir sino la manera como vivió lo que le canonizó.

En esta teología revolucionaria San Romero dejó claro que “quien se preocupa de la persona que tiene hambre, que está desnuda, de la gente pobre, de las personas desaparecidas, de quienes están en prisiones, de toda esa carne que sufre, tiene cerca a Dios”. Con esto por supuesto también estaba diciendo a la misma vez quienes eran las personas que con sus prácticas malignas estaban lejos de Dios. Por eso también nos dijo “que no hay pecado mas diabólico que quitarle el pan al que tiene hambre”. De aquí su invitación a desarrollar un ministerio en donde tomemos responsabilidad contra las injusticias de nuestra sociedad entendiendo que Dios no creó las mismas sino mas bien la repartición desigual de la creación de nuestra Diosa en donde un poco gente acumuló un montón de riquezas y mucha gente no tiene nada. De frente a estas injusticias que hemos creado San Romero nos alerta de no cometer el error de pedirle a Dios que nos resuelva los problemas terrenales que nos corresponden a nosotros eliminar. De lo contrario dice él, “eso es vagancia”.

Asimismo, en esta teología revolucionaria se hace necesario el rescate de nuestras instituciones educativas, religiosas, políticas, culturales, etc., para que se conviertan en instrumentos de liberación. También se hace necesario el que podamos combatir la teología burguesa—entiéndase la manera de pensar, sentir y de hacer las cosas como el grupo que domina quiere—la cual tiene como intención de funcionar como instrumento de control que garantice la estabilidad y protección de los intereses de la clase y los grupos dominante.

También en el rescate de nuestras instituciones con esta teología revolucionaria de San Romero debemos de entender que una Iglesia narcotizada del mismo modo persigue el atosigarnos para que no pensemos, y aun peor, no percibamos, la manera en que estamos siendo oprimidos, explotados y excluidos. De aquí entonces la necesidad de que esa teología que San Romero nos enseñó siga siendo conspiradora. Por supuesto, no debemos olvidar que la misma requiere como antesala la capacidad de la conciencia auto-crítica. Que no se nos olvide, toda revolución—asi es una verdadera revolución— comienza conmigo, porque yo solo puedo dar lo que tengo. Luego tú y yo nos enlazamos y ya somos dos que hemos salido en la búsqueda del efecto multiplicador.

Anticristos Dominicanos

Un artículo de Luis Barrios tomado por el Diario Online La Prensa. Lo reproduzco aquí por considerarlo de interés para los que esperamos una sociedad más justa y solidaria.

Acabo de llegar de mi segunda patria, la República Dominicana, la tierra de Mamá Tingó y de María Trinidad Sánchez. Mi salida se dio unos días después que el compatriota puertorriqueño José Luis de Jesús Miranda, quien por un lado se autoproclama como el ‘Anticristo’ y por otro lado se hace llamar Jesucristo Hombre, hiciese su entrada poco triunfal en Santo Domingo.

Como era de esperarse, los guardianes morales de la patria salieron al ataque no solo condenando al señor Miranda, sino también negándole los espacios públicos que una democracia debe de garantizar para la disidencia. Curiosamente, la excusa principal fue que su prédica era contraria a la de la Iglesia por lo tanto había que declararle un anatema condenando a su vez su movimiento de religiosidad popular denominado, Creciendo en Gracia.

Fue interesante escuchar y ver los gestos de coraje por parte del cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, quien calificó a José Luis de Jesús Miranda de "charlatán, miserable y pecador". Y por supuesto, muy enérgicamente, con su estilo arbitrario y autoritario que lo caracteriza, solicitó que se le expulsase del país. De aquí el que tanto la Universidad Autónoma de Santo Domingo como la administración del hotel Intercontinental V Centenario, no le permitieran celebrar una actividad con su seguidores.

Ahora bien, ¿qué es esto del Anticristo? Una ligera mirada a la Biblia nos puede ayudar a entender que el Anticristo es considerado como un impostor quien en nombre de Jesús proclama enseñanzas contrarias al Evangelio. En teología fundamentalista y dogmática, este Anticristo, junto con Lucifer y al Falso Profeta, establecerá una dictadura mundial. Algo parecido a lo que la trilogía endiablada de George W. Bush, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional están haciendo. Por su puesto, estos símbolos metafóricos de la Biblia —como el Anticristo— deben de ser evaluados críticamente también a la luz de los métodos literarios, históricos y sociológicos y no en el contexto literal.

En resumidas cuentas lo que distingue al Anticristo es que su mensaje es contrario al mensaje subversivo del Evangelio el hermano y compañero Jesús. De aquí el que me tome la libertad de identificar a los Anticristos que promueven otro tipo de Evangelio. Por ejemplo, tomemos en consideración al Anticristo de la economía neoliberal dominicana, en donde con el modelo capitalista la producción y acumulación de dinero es mucho más importante que la gente. ¿Por qué el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez no mete su mano en este asunto? Porque él es parte de ese grupúsculo de Anticristos dominicanos que se han nutrido explotando al pueblo.

Véalo de esta manera. Primero, el nuevo Plan Estratégico para la República Dominicana está basado en cinco temas comunes: reducción de la pobreza, sociedad civil, reforma de políticas, gobernabilidad local y alianzas estratégicas. En papel esto suena muy bien. Segundo, una verdad a medias es una mentira. Me explico. Es cierto que durante la administración del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), con su presidente Leonel Fernández, en comparación con la administración pasada del Partido de Revolucionario Dominicano (PRD) e Hipólito Mejía, el país ha logrado algunas mejoras muy en la educación, nutrición y salud. Sin embargo, este supuesto progreso está por debajo del nivel que corresponde al ingreso del país. En la actualidad la canasta familiar tiene un costo de $18,000 pesos, mientras que los salarios promedios de los trabajadores están por los $3,000 pesos. Esto es contrario al Evangelio.

Por otro lado, la realidad dominicana es que no hay protección social, se carece de servicios sociales básicos, los gastos públicos tienen unas prioridades para otorgar contratos a contratistas que están haciendo regalías millonarias las cuales se canalizan a través de Organizaciones no Gubernamentales (ONG) como por ejemplo, la que preside Leonel Fernández, la Fundación Global Democracia y Desarrollo. De la misma manera, los servicios de agua y luz son un lujo y privilegio.

Mientras tanto, Leonel Fernández, tercamente, se ha lanzado a la tarea de construir un metro (subway o tren) gastando millones de pesos y el país no tiene hospitales, medicinas, escuelas, libros, agua, luz, comida y el pueblo desesperadamente ve como opción el tener que inmigrar hacia Estados Unidos o Europa ya sea con visas, papeles falsos o en yolas. Esto es contrario al Evangelio. En la paz con justicia destruyamos los Anticristos.

Tuesday, June 12, 2007

Para Pensar en cada Eucaristía

Cada vez que celebramos la eucaristía dominical no basta con seguir las normas prescritas o pronunciar las palabras obligadas. No basta tampoco cantar, santiguarse o darnos la paz en el momento adecuado. Es muy fácil asistir a misa y no celebrar nada en el corazón; oír las lecturas correspondientes y no escuchar la voz de Dios; comulgar piadosamente sin comulgar con Cristo; darnos la paz sin reconciliarnos con nadie. ¿Cómo vivir la misa del domingo como una experiencia que renueve y fortalezca nuestra fe?


Para empezar, es necesario escuchar desde dentro con atención y alegría la Palabra de Dios y, en concreto, el evangelio de Jesús. Durante la semana hemos visto la televisión, hemos escuchado la radio y hemos leído la prensa. Vivimos aturdidos por toda clase de mensajes, voces, ruidos, noticias, información y publicidad. Necesitamos escuchar otra voz diferente que nos cure por dentro.


Es un respiro escuchar las palabras directas y sencillas de Jesús. Traen verdad a nuestra vida. Nos liberan de engaños, miedos y egoísmos que nos hacen daño. Nos enseñan a vivir con más sencillez y dignidad, con más sentido y esperanza. Es una suerte hacer el recorrido de la vida guiados cada domingo por la luz del evangelio.


La plegaria eucarística constituye el momento central. No nos podemos distraer. «Levantamos el corazón» para dar gracias a Dios. Es bueno, es justo y necesario agradecer a Dios por la vida, por la creación entera, por el regalo que es Jesucristo. La vida no es sólo trabajo, esfuerzo y agitación. Es también celebración, acción de gracias y alabanza a Dios. Es un respiro reunirnos cada domingo para sentir la vida como regalo y dar gracias al Creador.


La comunión con Cristo es decisiva. Es el momento de acoger a Jesús en nuestra vida para experimentarlo en nosotros, para identificarnos con él y para dejarnos trabajar, consolar y fortalecer por su Espíritu.


Todo esto no lo vivimos encerrados en nuestro pequeño mundo. Cantamos juntos el Padrenuestro sintiéndonos hermanos de todos. Le pedimos que a nadie le falte el pan ni el perdón. Nos damos la paz y la buscamos para todos.